Mis laberintos

El saber claro que ocupa lugar. Hay veces en las que guardo información y se me cae por un pliegue del cerebro que ignoro siquiera su existencia. Entonces me pregunto y cojo la linterna del pensar y me pongo a recorrer pasillos de la memoria, y me encuentro con puertas, más puertas, algunas cerradas, otras están abiertas y salta un gato. No me gustan los gatos pero cada uno tiene la memoria como puede. Y mientras pienso dónde estará me encuentro con otra idea que pensé que estaba abandonada, y me aparecen figuras extrañas como en el final de “Encuentros en la Tercera Fase”. Por ahí anda el día en el que saludé a Rajoy en el Congreso de Valencia, o cuando vi a Franco de lejos cuando era niño. Está la primera vez que sentí vergÃŒenza y la primera vez en la que tuve consciencia de llegar tarde, y aquel día en el que pensé que nunca llegaría la noche. Están mis compañeros de patio, mis amigos, mis entrañables golfos de instituto y cancha de baloncesto… muchos de ellos señores de decencia probada y corbata de doble nudo. Y una clase de Derecho Internacional anda dando vueltas como una digestión pesada, entre la niebla de lo que nunca quise ser. También hay bocas y risas, algunas tienen todavía el tacto caliente del ahora mismo. También unos tipos feos, muy feos, vestidos de oscuridad rigurosa.

En mis laberintos hay voces y gente que no se les reconoce hasta que no te han clavado la primera puñalada, porque los malos también ocupan. Digo yo que algún día tendré que subir al trastero de la memoria a poner orden, y lo haré con el último disco de Chucho y Bebo Valdés.

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Mis laberintos dan vueltas, vueltas, y luego tienen escaleras. Pero siempre estás tú, en todos los pliegues de mi conciencia.

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6 Respuestas en “Mis laberintos”

  1. Bárbara dice:

    Joder, qué bonito. Todos esperamos ser el “tú” de esta historia.
    La memoria es el gran misterio, el pensamiento, el tiempo real que salta hacia delante y hacia atrás, y siempre se nos escurre. Sólo espero que, unos minutos antes de cruzar la última puerta, podamos atraparla al fin, ver qué hay al final del laberinto, el aleph ése del que hablaba un tal Borges. Aunque sepamos que estamos cayendo.
    Ejem, me puse trascendental… Que vivan Bebo y Chucho!

  2. Carlos García dice:

    Bebo Valdés y el Cigala, Zipi y Zape. Y Rafa, don Pantuflo Zapatilla, poniendo orden al caos -mental, musical, existencial…-, musitando, como decía aquella canción.
    Todos tenemos un pasado, a veces confesable. Son muescas en las cachas del revólver, monedas de 50 céntimos rodeando el cinto. Yo mismo, filólogo por accidente -de la lengua de la Pérfida Albión-, matasanos frustado ‘selectivitas causa’, charlatán de feria -por lo de vendedor-, veo que mis pasillos son ya autovías. De peaje. Porque para recorrerlos tengo que pagar tributos, peonadas, diezmos, fielatos. Y todo dios quiere cobrar y yo no quiero pagar, porque estamos en crisis y mi liquidez flaquea.

  3. victoria dice:

    Me alegro de que nos hagas participes de tu lado más humano, de tu mundo interior, del espacio personal de cuyos entresijos es difícil salir,y que nos muestra el puzzle de lo que en realidad somos. Pienso que es tarea sólo nuestra la interpretación del laberinto, porque estoy convencida de que es absolutamente posible encontrar orden en ese aparente caos.
    Victoria.

  4. Sandra dice:

    Siempre me ha gustado la palabra laberinto, me recuerda a una atracción que había en un parque de atracciones de mi pueblo, que consistía en un laberinto de espejos que además daba vueltas y si al terminar no habías encontrado la salida y paraba, lo veías todo claro y la salida era muy fácil, pero lo divertido era no encontrarla o mejor encontrarla y volver a perderte. Era mi favorita. Qué pena cuando dos, que en algún momento disfrutaron de laberintos comunicados se pierden en sus propios laberintos y no son capaces de encontrarse y que triste ser consciente de no ser ese tú siempre que da vueltas sobre los pliegues de tu conciencia y …. que suerte tiene ese “tú”. En fin, la vida misma. A veces cuando se pone orden a los recuerdos y se limpian de lo superficial, nos damos cuenta de su importancia verdadera (poca o mucha) y quizá sea mejor tener un sitio más o menos bueno en una estantería que andar tropezando y dando vueltas y vueltas sin destino, lo dificil es saber el momento adecuado de pasar de realidad a recuerdo. Es un simple ejercicio de sinceridad con uno mismo. Bueno, lo que quería decir en realidad es que eres un magnífico escritor, que no se te olvide.

  5. Coletta dice:

    La memoria, la memoria…tan denostada en educación “te lo sabes de memoria” “no hay que aprender de memoria” y despectivamente “memorión” ¿Qué somos sin memoria? ¿Qué es la experiencia más que memoria? De acuerdo que matizada, filtrada, teñida… como quieran decirlo; mi experiencia son “mis memorias” Y ahora, que la pérdida de esa capacidad cerebral se ha convertido en una de las plagas de nuestro tiempo… ¿no nos ponemos a temblar pensando que alguna vez podamos ser uno de esos que pierden la memoria? Pónganle un apellido alemán si quieren ser más técnicos… en español “desmemoriado”… Sin memoria, sin recuerdos, no soy nada.

  6. maria dice:

    Debí quedarme contigo en el espejo
    En esa caricia de tu imagen desnuda junto a la mía
    Mas el amor no sólo es recuerdo…
    Poesía y belleza es lo que me transmite tu escrito, sobre todo la última frase es bellísima.

    Me imagino subiendo una interminable escalera de caracol para tratar de llegar a esos recovecos de la mente y siempre termino bajando lentamente los escalones, dejándolo para un mejor momento.

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