Entradas etiquetadas como ‘opinion’


De profesión chico malo

noviembre 10th, 2009 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

J.A.A. pasó de creer en los Reyes Magos a ser un pandillero, dejó los juguetes y los cambió por navajas y una manera de conducir temeraria que tenía en jaque a los coches patrulla. Su vida era la reedición de la de “El Vaquilla”, pero supo bajarse a tiempo, ahora ha dejado el delito para montar una empresa legal.
Valga su ejemplo para aquellos que buscan la gloria a punta de navaja y que terminarán en un centro de menores sin que Los Chichos le hagan una rumba. En su adaptación ha sido clave el trabajo de la Agencia de Reinserción de Menores de la Comunidad de Madrid; cierto que era un “bala” pero ya no será un bala perdida. Coincido con Arturo Canalda, el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, en que somos producto de la educación y del entorno, pero también es verdad que la delincuencia no es un camino sin retorno. Otros jóvenes como J.A.A. han podido elegir el oficio de chico malo como una salida personal. Ser alguien en una banda es un título nobiliario que siempre acaba mal.
A nuestro protagonista un juez llegó a decirle que era “el peor delincuente que había visto nunca”, y quizá ahora el togado sea cliente de su empresa que ya tiene cerca de treinta empleados. Por lo tanto no hay sentencias que duren cien años, ni comportamientos que no se puedan superar. Ha pasado de alunizar con el coche a alucinar con la tarea de ser un pequeño empresario. Su caso no es el primero, antes que él hubo otros, quizá el más famoso fue Jose María “El Tempranillo” que dejó de perseguir diligencias por Sierra Morena para ponerse de parte de los picoletos. Hoy, otros ex delincuentes dan cursos de conducción extrema a miembros de las fuerzas de seguridad.
Este joven salió del “lado oscuro” sin aparentes heridas, tan sólo la cicatriz de la mirada, (esa no se pierde nunca). Ahora lleva corbata y respeta los pasos de cebra.

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De Bruselas a la gloria

noviembre 8th, 2009 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Por dura e ingrata que sea la política el mensaje es que siempre hay una salida al paraíso. El fichaje de Javier Solana por parte de Acciona parece el final de una película de Frank Capra; es más Solana con gabardina se da un aire a James Stewart y con lo que va a percibir como asesor del presidente de la compañía ya puede gritar: “¡qué bello es vivir!”.
Se trata de un fichaje manufacturado a varias bandas, primero porque ha hecho falta que los checos votaran para desbloquear el Tratado de Lisboa, y después porque le llega en el mejor momento para él. A Solana le ha salvado la campana, (lo tenía muy complicado para renovar en el banquillo), le hacía falta el apoyo de varios gobiernos y el del español le había fallado. Al “mister” le hacían jubilado y aburrido en el sofá de casa viendo los partidos del Real Madrid con nostalgia de utillero. Pero, si a “mister Pesc” le han hecho feliz, mucho más a Zapatero que aparca a otro de los futuribles candidatos a ocupar la secretaría general del PSOE. Todo ello en Navidad, como dejó filmado Frank Capra.
Javier Solana se une al ilustre cuerpo de jubilados de la administración, (sea ésta local, regional, nacional o supranacional), que mejoran sensiblemente de vida a la edad en la que otros se compran una caña para ir a pescar al río. Ya lo decía el anuncio: “hay otros mundos pero están en éste”. Para que ir más lejos. No perdamos la esperanza en ser redimidos por “el capital” a pesar de lo profundos que puedan ser nuestros pecados.

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La leyenda urbana del aparcamiento

noviembre 5th, 2009 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Un día por otro y quince años la casa sin barrer. Cuando acabaron el aparcamiento de Ciudad Universitaria al siglo XX le quedaba, todavía, una larga recta final. Ni siquiera había ganado Aznar las elecciones. Eran los años en los que Álvarez del Manzano hacía túneles, Joaquín Leguina presidía la Comunidad de día y escribía novelas de noche, y en La Moncloa estaba Felipe González. Es decir, el Jurásico madrileño teniendo en cuenta que esta ciudad avanza a ritmo de vértigo.
Se construyó el aparcamiento y quedó tal cuál, silueta de barco varado en la orilla, edificio fantasma, mamotreto sin entrada ni salida, pero perfectamente acabado igual que un traje de novia al que olvidaron pasar a recoger por la sastrería. Y así ha permanecido hasta la fecha. Stephen Hawking podría hacer una separata de los agujeros negros con la crónica de un aparcamiento invisible del que nadie se acordó. El Rectorado estaba a sus cosas, el Ayuntamiento de Madrid a las suyas, la Comunidad no había puesto en liza al consorcio regional de Transportes, y así hasta completar una suma de despropósitos administrativos. Y, mientras tanto, los universitarios dando vueltas con el coche para poder aparcar, y un sinfín de conductores de la A6 a la búsqueda de un hueco para dejar el vehículo.
Más que asistir a la inauguración lo que han hecho los políticos es presenciar la salida del coma de un “edificio histórico”, le han desconectado los cables de olvido sin saber quién fue la mano que lo enchufó. Y el aparcamiento ha abierto los ojos con destellos de luces de neón, columnas pintadas, carteles y salidas de emergencia.
Dejemos a la parapsicología las causas de este abandono pero bueno será hacer un catálogo de otros edificios útiles y abandonados para su inmediato uso. Uno se pone a investigar e igual aparece una nueva pista de Barajas. Hace poco han encontrado una fuente del XIX en las obras de la Plaza de Ópera, todo es rascar porque igual aparece el botijo de Napoleón. Quince años para inaugurar lo que ya estaba acabado, ¡qué despiste vecina!, vaya por Dios.

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La usucapio del rincón

noviembre 1st, 2009 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Luís Escobar, (marqués de las Marismas), hacía de abogado rico en “La Colmena” de Cela, un hombre que se pasaba la vida en el café “Gijón” ensayando lo que sería su discurso de entrada como miembro de la Academia de Jurisprudencia, circunstancia que nunca llegaba. Pero en el mientras tanto los otros personajes le sacaban un café, “¡con leche, por favor!”, aprovechándose de él y pidiéndole que repitiera un discurso que tenía memorizado. La petición hacía feliz a Luís Escobar porque entonces se ponía de pie, colocaba su dedo índice en gesto escultural, y decía: “hablaré de la usucapio… ¿Cómo es posible adquirir la propiedad por el simple hecho de su uso?, ¡Eso no puede ser!”. Y, añadía, Luís Escobar: “(aquí me aplaudirán)”.
Esta mañana de domingo me pregunto lo mismo que el gran Escobar: ¿cómo es posible que me haya hecho con la propiedad de este hueco de los domingos, en LA GACETA, por el simple uso? Se cumplen, hoy, diez años de mi relación epistolar con los lectores de este periódico, a ellos les tengo que dar las gracias por escucharme sin que les invite a café, a mis compañeros de cuadrilla les mando un abrazo, y tanto a mi director como a mi jefe de Opinión les ruego “humildemente” que me pongan a sus pies. Hace diez años hice mi primera colaboración para este medio, entonces hablé de las tradiciones perdidas como la representación de El Tenorio cuando llegaba el Día de Todos los Santos, y la contraponía al avance del “Jalovín” americano. Hoy, diez años después, El Tenorio ha perdido completamente la batalla ante las brujitas y las calabazas contra las que nada tengo pero que en comparación son un producto de menor calidad.
Ahora bien no hay nada que tenga mayor actualidad que la conocida frase que repiten los niños: “¿Truco o trato?”; la política nacional lleva años preguntándose lo mismo. En los casos de corrupción urbanística se ha producido la ruptura del trato y por eso hemos visto el truco, de ahí que esta semana hayamos conocido el caso de Santa María de Gramanet, rebautizada como Santa María “del tres por ciento”, (en alusión a aquellas palabras de Maragall en el Parlamento catalán). En lugar de niños disfrazados de zombies ponemos a unos comisionistas llamando al timbre del Ayuntamiento y nos queda igual de ilustrativo.
Hace diez años no conocíamos la corruptela que luego se destapó en Marbella, que ahora ha llegado a Santa Coloma del tres por ciento, y que antes se ha paseado por Seseña, Estepona, y otros municipios hasta llegar a El Ejido, (Almería), donde hemos conocido que habían comprado una máquina quita nieves por lo del cambio climático.
En homenaje a Luís Escobar ahora debería pagarles yo el café, pero me pasa como a él, que nunca llevo suelto. Eso sí, les quedo diez años muy agradecido.

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La banda del super

octubre 26th, 2009 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La complejidad de los robos en los supermercados, tanto en el interior como en sus aparcamientos, obliga a una reflexión acerca del peligroso oficio de ir a por unas naranjas y pan de molde en Madrid. El grado de perfeccionamiento del delincuente es tal que haría bien la Ministra Salgado en crear, (junto a su aplaudido batallón de “facilitadores de crédito”, el de “agentes de los ultracongelados”). Unas clases de defensa impartidas por jubilados del CNI evitarían robos en taquillas y en vehículos. Si los delincuentes suben el nivel lo suyo es que los consumidores podamos defendernos en igualdad de circunstancias para no acabar sintiéndonos atuneros en aguas del Índico por el simple hecho de bajar al supermercado a por leche y jamón york. Dejar el bolso en una taquilla es la antesala de la ruina puesto que los ladrones se las apañan para tener otras llaves, por el precio de una copia se hacen con unos objetos de mayor valor y sin fuerza en las cosas lo cuál impide que sea robo y se queda en categoría penal de hurto, (poco si llegara al juzgado donde sería resuelto con lentitud y sin proporcionalidad entre lo hurtado y lo repuesto). Tampoco los aparcamientos están a salvo de las modernas tácticas de actuación de las bandas que funcionan como pequeños comandos dotados de estrategia y planes alternativos. De ahí el pasmo de la cajera cuando dos tipos pasan delante de ella cargando una televisión de plasma como el que transita por una calle en hora punta; sí le hacen eso a la casa Philips se pueden imaginar lo que harán con nuestras pertenencias. Otra solución es que la delegada del Gobierno, la siempre expresiva Amparo Valcarce, grabe unos espacios al estilo “bricomanía” en el que se expliquen cómo defenderse de los pillajes sin que resultemos timados, heridos o ambas cosas a la vez. De aquellos levanta-carteras del metro, personajes light del hampa, hemos pasado a auténticos atracadores con estudios elevados, tipos que han perfeccionado sus técnicas en las mejores academias del Mal. Unos prendas que nos esperan a la vuelta de la esquina, igual que “El Pernales”, para interesarse por “la bolsa o por la ensaladilla”.

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Los Ángeles de Helen

octubre 24th, 2009 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Rajoy llevaba unos días escondido tras el biombo de Alarcón, (ese confesionario móvil para encuentros secretos), cuando Elena Salgado le dio oxígeno en el debate de Presupuestos. Mal empezó la semana la ministra y luego la remató con una oferta algo surrealista, la creación de un batallón de jubilados con la misión de mediar entre la banca y los autónomos. El nombre responde al trabalenguas de “facilitadores de crédito” y no es otra cosa que “Los Ángeles de Helen” pero cambiando a Charlie por Helen y ya está. Un comando de acción inmediata que cogiera a los directores de sucursal por la solapa hasta hacerlos entrar en razón, lo que argot del hampa se conoce por “poner suave” a un banquero. La misión es asaz arriesgada: “buenas, que llamo de parte de Helen, que se ponga don Emilio Botín a ver qué pasa con ese crédito”. La Asociación de Profesionales Financieros ha puesto el grito en Niza, (donde se le ha descubierto una propiedad inmobiliaria a Elena Salgado de cierto valor, nada de una VPO de las que se entregan en sorteo de polideportivo). Ese cuerpo de elite tendría sentido si Helen contara con José Ignacio Goirigolzarri, el hermano mayor de los prejubilados de España, o con los Albertos que tan eficaces son para sus cuentas. Desde luego con Solbes y con Solchaga que no cuente. Quizá estamos ante en un nuevo esfuerzo inútil que conduce a la melancolía, o en su defecto al exilio de Niza donde, por cierto, acabó sus días la Bella Otero arruinada y sin jubilado que le leyera la cartilla.

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Inocencia desmantelada

octubre 20th, 2009 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

El primer día de la vista por el asesinato de Carlos Palomino el juez le enseñó el dibujo de una cruz gamada a Josué Estébanez, y éste afirmó que nunca la había visto, o en todo caso en la película “Salvad al Soldado Ryan”. Josué negó todo aquello que ahora el tribunal considera probado y le condena con el agravante de odio ideológico que no es de uso frecuente en las sentencias españolas. El auto considera probado que Josué pertenece a grupos de extrema derecha y que entró en el metro con la malvada intención de cobrarse una pieza humana. De nada le ha servido decir que el cuchillo de siete centímetros era para unas maniobras militares, o que la sudadera de simbología nazi era el regalo inocente de un amigo, o que jamás sus labios habían pronunciado un “sieg heil”.
A favor de la acusación estaban las cámaras del metro que captaron la agresión a Carlos Palomino y los momentos previos cuando Josué esconde el cuchillo en el dorso de su brazo para, posteriormente, golpear a su víctima con la calculada frialdad de alguien que está acostumbrado a manejarse por el filo de la navaja. El corte fue seco, rápido y definitivo: Palomino no tuvo tiempo de reaccionar antes de que se le cerraran los ojos en el andén. Sin las imágenes la acusación lo habría tenido más complicado porque su defensa consistía en que había actuado motivado por un miedo insuperable al verse rodeado de gente que le increpaba. “Morro insuperable” como queda probado y cuyas consecuencias segaron la vida de un adolescente.
Josué negó su culpa hasta el último día del juicio cuando apenas emitió dos frases de perdón. Hasta ese momento intentó pasar con el traje de camuflaje de un buen chico que se había metido en la boca del lobo de manera inocente. Queda probado que salió de cacería y que pensaba actuar en defensa de una ideología tan reprobable como antigua y perversa. En la Alemania de los años treinta hubo miles de “josués” que se divertían corriendo judíos por las aceras como principal actividad de ocio en las tardes de los domingos.
Es una sentencia ejemplarizante que puede servir para futuras agresiones. Josué mató a Palomino y de paso se ha destrozado la vida. Ya se le puede llamar condenado.

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A los pies de Madrid

octubre 16th, 2009 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Esta ciudad la inventaron unos hispano-árabes que se asentaron alrededor de una muralla a la espera de que Casa Mingo abriera para comer unos pollos, pero realmente Madrid existe desde que se creó el metro, la única gran obra civil que le faltó a Carlos III para ser el mejor alcalde. Sin el metro no podríamos responder a las preguntas: “¿dónde quedamos?”, “¿voy bien para Príncipe Pío?”, “¿esta línea lleva al aeropuerto?”, “yo me bajo en la próxima, ¿y usted?”.
Se trata de una larga y casi centenaria relación entre el suburbano y los madrileños, es una historia que empieza con baldosines pintados a mano y que llega hasta las modernas escaleras mecánicas que se cruzan en las estaciones claves formando uno de aquellos dibujos que nos dejó el zurdo holandés M.C. Escher. Todo lo que ha pasado en Madrid ha ocurrido en el metro, un servicio público que inauguró un rey y que ha servido para hacer manitas, para refugio de bombas, para cobijo de mendigos y para transporte de ejecutivos, soldados, trabajadores, niños y músicos de cuerda y púa. Una historia que comenzó con unas mulas de carga y que se cierra, de momento, con unas cabinas de conductor que no tienen nada que envidiar en botones a un avión moderno. Quizá sea eso sólo lo que le falta al metro: volar.
Todos somos conocidos de estación, caras que te suenan a la hora de siempre en el mismo andén de costumbre. A la vez que el madrileño, el metro ha crecido en longitud, si alguna vez tuvieran que elegir el monumento de Madrid ése tendría que ser la escalera de Sol que emerge entre Mayor y Arenal, y que levante la mano quién no la haya transitado nunca.
A lo largo de noventa años el metro ha sido el mejor termómetro social del momento, sí uno quiere ver el reflejo del PIB no tiene más que pagar el precio de un billete para hacer una inmersión en la realidad sociológica. En las viejas fotos en blanco y negro se ven las caras de angustia de los que se refugiaban en el andén de Gran Vía a esperar que pasaran los bombardeos de la escuadrilla de García Morato; allí están tumbados sobre mantas unos niños que se arremolinan alrededor de su madre, más allá un hombre con sombrero y al fondo un anuncio de anís de Rute. De esas fotos nos llega el olor a miedo y el aroma a puchero de necesidad con el que mitigar las horas quietas. Luego entraron los nacionales y tomaron todas las líneas con sus camisas azules y sus bigotes recortados, ellos son los que crearon la moda de reservar asientos “a caballeros mutilados”, (consecuencia atroz de la guerra). Esos vagones sonaban a hierro sólido, como si alguien quisiera hacer un zumo con la Torre Eiffel. Había entonces conductor y ayudante de puerta, un empleado que entre capítulo y capítulo de novela de Marcial Lafuente Estefanía asomaba la cabeza al andén y amagaba con cerrar antes del último respiro hidráulico que anunciaba la inminente partida. Por esos pasillos se arrojaron octavillas de ciclostil cuando no había libertad de expresión, y merodeaban los guardias a la caza del rojo que llevaba rigurosa trenka con capucha. A falta de mobiliario decorativo se instalaron músicos que tocaban por Joan Baez o como Bob Dylan, y que dejaban versiones acústicas del “blowin´in the wind” que hacían más amable la caminata acelerada del trasbordo. Otra norma no escrita es que hay que bajar deprisa las escaleras e intentar colarse en el vagón, cuestión que con la edad se hace más difícil. Y, entre convoy y convoy, se han cruzado palabras de amor, números de teléfono, abrazos y despedidas de domingo que parecían para siempre.
El metro de Madrid fue conducido por soldados de quinta en una de sus huelgas, y también por la autoridad pertinente que inauguraba nuevos tramos. Sus laberintos iluminados podrían comunicarnos con la China, y a veces parece que es cierto si pasas por Antón Martín. Yo he visto un día a Pedro Duque, el astronauta, bajarse en la estación de Banco de España; iba de paisano, sin la escafandra porque aunque el agujero es profundo también rigen los principios gravitatorios de Newton. Y luego están los túneles oscuros en los que es fácil adivinar la presencia de ratas ciegas que se echan a un lado cuando pasa el tren iluminado. Todo eso forma parte de un Madrid sumergido que hubiera hecho las delicias de Julio Verne y que asoma el periscopio en marquesinas modernitas que acaban en una acera que siempre es playa aunque aquí no tengamos mar.
A falta de una máquina del tiempo que nos diga cómo van a ser los próximos noventa años del metro tenemos la moderna estación de Sol donde trenes y suburbanos se cruzan en su laberinto. Allí es posible encontrarte con un alumno de conservatorio que va con el instrumento guardado en su caja rumbo a Ópera, y con un guiri que lleva las maletas camino a Barajas. Si tienes suerte te puedes sentar y soñar con los ojos cerrados, casi siempre vencido por el cansancio. Es el traqueteo casi centenario de un convoy que repite la tradición de seguir el curso paralelo entre dos vías de hierro.

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Toque de queda

octubre 12th, 2009 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Pocos lugares hay tan libres en Madrid como El Retiro, entre sus árboles siempre se ha hecho “la real gana” desde que dejaron de ser real coto de caza. Inclúyase en ese apartado el de amantes/quiromantes, (ambos trabajan con las manos), también el de poetas/porretas, (ambos en estado de alienación de la realidad), y el de músicos afinados o no. En este último capítulo se encuadran los seguidores de los tambores de Calanda que en homenaje a Buñuel aporrean al atardecer. No es la selva, es Madrid.
Durante treinta años los amantes de la percusión se han reunido entorno a la estatua de Alfonso XII. Si tenemos en cuenta que la estatua es, hoy, igual de sorda que hace tres décadas, llegaremos a la certeza de que no es el anciano rey el que se queja sino el concejal de turno. A partir de ahora, bajo la amenaza de “multa gorda”, (como se dice en el lenguaje de los tebeos), todo aquel que toque en El Retiro se las verá con la autoridad im-pertinente. De momento no se ha recibido queja alguna de las ardillas del Retiro, tampoco de los taciturnos. No hay registro de movimiento sísmico dominical provocado por los amantes de los tambores.
Ahora bien, en el caso de que aspaventaran a algún paseante y molestaran con su percusión, sería mucho mejor aplicar la sordina antes que prohibir, verbo que en El Retiro desde aquellos tiempos de guardas con mosquetón se ha conjugado mal.

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Pitos en La Castellana

octubre 12th, 2009 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Fue Chicho Ibáñez Serrador, nuestro genio nacional de la pequeña pantalla, el que inventó un programa llamado “El Semáforo”. Salvo la presencia de un tal “Cañita Brava” que por ahí andará haciendo bolos de cómico por clubes de carreteras comarcales, el programa no descubrió grandes talentos pero sí aportó una técnica nueva: el ruido como reconocimiento del mérito. Según era la bronca en el plató así era juzgado el concursante, hubo ocasiones memorables en las que los técnicos de sonido se las vieron canutas para rebajar decibelios. “Mutandis mudandi” podríamos aplicar este sistema de medir audiencias a los desfiles en La Castellana. Es de imaginar que si el público que el lunes abucheó a Zapatero hubiera ido con cacerolas en vez de con banderas, el resultado habría sido mucho más llamativo, aunque igual de penoso.

El alcalde de Madrid no suele pronunciarse acerca de cuestiones de política nacional porque él está en otro plano de la realidad. Gallardón es un personaje de Huxley, es un alfa y no comenta lo que les pasa a los gamma porque para eso tiene su “mundo feliz” aparte. Pero en la cuestión de los abucheos en La Castellana ha estado lucido: ni era el sitio, ni eran las formas, ni era el momento. Decía Gallardón que lo podrían dejar para otro día, a lo que Carmen Chacón dijo en coña: “pues entonces serán dos”.

Si bien la gestión del presidente del Gobierno merece ser criticada cuantas veces corresponda, porque para eso es el presidente, lo que no se puede consentir es que el alboroto estropee un día de Estado. No era un acto del Gobierno sino un acto de todos para rendir homenaje a nuestro ejército, (nuestro en la medida en la que siempre ha estado nutrido por los hijos de la Patria, fuera cual fuera la circunstancia y podemos recordar muchas de ellas y muy penosas).
Allá cada uno con su conciencia pero el acto se merecía otro sentido y mejor estética.

Los “pitantes” en La Castellana lo que hicieron fue participar en un gran acto de mala educación, sencillamente.
No es aconsejable convertir la democracia en otro capítulo más de “El Semáforo”. Y mucho menos cuando se trata de evidenciar que España somos todos, los que pitan y los que no, los que votan y los que se abstienen, los que siembran vientos y luego recogerán tempestades.
Dicho lo cuál muestro mi admiración y cariño a mis compañeros que desfilaron en La Castellana en representación de las desaparecidas “Tropas Nómadas” del Sahara. Para el coronel Lobo mi enhorabuena, otro año más.

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