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Día del cáncer

febrero 5th, 2014 - OPINION OTR/ Europa Press - 4 Comentarios

(“OTR“/EUROPA PRESS, 5 de febrero 2014.

Soy persona y tengo cáncer, quiero decir que hago mi vida y me toca acudir de vez en cuando a tratamiento. En mi caso es un linfoma, en mi caso son dos años y medio de pelea. En realidad hablo de “mi caso” cuando quiero decir la batalla de todos porque si algo tiene el cáncer es que implica a la sociedad empezando por enfermos y familiares. Pensando en ellos escribí un libro para ayudar a quienes pasen por este singular trance que asusta sólo con nombrarlo. Al cáncer se le debe tratar con respeto, claro, pero también hay que restarle un exceso de solemnidad que puede confundirse con algo más allá del rigor, (el rigor mortis).
El cáncer no se contagia así que todo el cariño y el calor que le puedas dar a un amigo lo agradecerá, acércate a él y cuando le veas mal porque está cansado, o porque ha dormido poco, o porque ha perdido peso, no le mires con cara de lástima porque los enfermos de cáncer lo último que queremos es dar pena. Recuerda que las palabras hieren o ayudan, por lo tanto no seas frívolo y trata de ayudar. El cáncer para un enfermo no es un paréntesis en su vida, es una manera de vivir, de luchar, una batalla de superación clínica y personal que le marcará el resto de sus días.
Un día al año, el 4 de febrero, se celebra el Día Contra el Cáncer pero contra el cáncer son todos los días. Para un investigador no hay fines de semana y para un médico tampoco hay horario de salida, yo he visto consultas de Hematología en el Hospital de “La Paz” con turnos doblados y triplicados, de tal manera que el doctor Canales no es raro que termine de ver enfermos a las cuatro y media de la tarde, (cuando comenzó a las ocho de la mañana).
Disculpen que les cuente que a veces el agua sabe a metal, que terminas teniendo manía a tu colonia, y también que a veces tienes parestesias en las manos y en los pies. Todo eso se debe al efecto perverso de la quimioterapia que baja por un gotero y que puede tener un poco agradable color naranja, es cuando aparecen las náuseas y en tu boca se instala un sabor extraño. Ese es otro de los peajes que tenemos los “quimioterapiados”. Pero benditos efectos secundarios si consiguen curar la enfermedad.
Si les cuento “lo mío” es porque considero que puede ser también lo nuestro y que esta enfermedad que impresiona solo con nombrarla hay que mirarla de frente para encontrar la salida. Según los últimos datos la esperanza de supervivencia al cáncer ha aumentado. Con mi cariño a mis compañeros “quimioterapiados” decirles que hay que luchar porque todo túnel al final tiene una salida.

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Una historia entre muchas

febrero 5th, 2012 - la gaceta de salamanca - Sin comentarios

(“La Gaceta de Salamanca“, domingo 5 de febrero, 2012)

Una buena amiga sostiene que las tres palabras que te harán feliz no son “te quiero mucho”, son: “no era cáncer”. Ayer se conmemoró el Día Mundial de Lucha contra el Cáncer, una enfermedad que el año pasado dejó en España a doscientos mil nuevos enfermos de esa patología.
Cada día la Medicina arroja mejores resultados, los tratamientos avanzan de manera espectacular gracias a la investigación de la que nos podríamos sentir orgullosos, aquí no sólo diagnosticamos bien el cáncer si no que tenemos detrás el trabajo científico para asegurar que puede ser curado. Pero la enfermedad no puede ser tratada nunca como una cuestión de estadística, más que enfermedades hay enfermos y cada uno es un mundo. Uno no tiene entre sus proyectos inmediatos conocer la unidad de Hematología de un hospital pero llega un día en el que algo en el cuerpo te alerta, luego algo aparece en un análisis y te ves haciendo cola junto a otras personas que deben pensar lo mismo que tú. Repito: doscientos mil diagnosticados en España el último año; yo soy uno de ellos. Desde el pasado mes de noviembre tengo diagnosticado un linfoma de evolución lenta pero muy agresivo, el próximo viernes me someteré a la sexta sesión de quimioterapia.
El cáncer no me ha limitado la vida, he seguido siendo periodista, escritor, padre y amigo. Es verdad que el miedo inicial te puede llevar a llorar cuándo nadie te ve, pero también es cierto que he conocido a una gente estupenda en la consulta. Al principio pensaba: “¿Y por qué yo?”, y al ver a una chica joven enganchada al gotero del que baja la quimioterapia de color naranja, dije: “¿Y por qué ella?”. Me he tomado la enfermedad como una cornada y cuándo veo mi cicatriz en el cuello me acuerdo de la que sufrió el maestro José Miguel Arroyo, “Joselito”, a cuenta de un toro de Peñajara. Sé que de esta cornada salgo y sé que saldré más fuerte aunque cuándo te enchufan la quimio pierdes la noción de la vida, pero también sé que dura unos días nada más. Igual que sé que volveré a recuperar el sabor de los alimentos que ahora me saben a metal, hasta una loncha de jamón me parece como lamer un tornillo de rosca-chapa.
Mi recuerdo hoy tiene que ser para mis compañeros de penurias, para aquellos que están en una cama, para el doctor Canales del Hospital “La Paz” de Madrid, y para mi amiga la doctora María Alcocer a la que frío a preguntas y dudas. Y, por supuesto, hay que felicitar a la Asociación Española de Lucha Contra el Cáncer. Ustedes disculpen si he contado un caso personal, si “presumo de cáncer”, pero si a alguien le sirve lo daré por bien empleado. Feliz domingo y salud para todos.

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