El sofocón de Quintero y la pasión de Landa

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Dice Jesús Quintero que deja el programa por ?un sofocón?, y está en lo cierto porque cuando a uno le sube la presión arterial debe tener mucho cuidado por sus coronarias. Lo del ?sofocón? es lo más cuerdo que ha dicho ?el loco? en mucho tiempo; todo lo contrario de lo que le pasa a Alfredo Landa que ha decidido bajarse del cartel porque ?cuando se pierde la pasión hay que decir adiós, tranquilamente?. Uno por defecto y otro por exceso han decidido que es mejor abandonar la pantalla antes de que la imagen les devore.
Quintero es el mejor entrevistador de la televisión española, seguro que hay otros que preguntan con mayor acierto pero nadie tiene su puesta en escena de menina pasota y faltona. Hay que manejar el silencio como Quintero para estar a su nivel, tan sólo Dragó es capaz de hacerle sombra. El ?sofocón? le ha quedado muy suyo, muy taurino. Es más, creo que en la política española hay mucha gente que está con el sofocón y no dan pie con bola. Zapatero tuvo un sofocón con el proceso de paz y Rajoy los tiene a diario con las manifestaciones que es una forma de democracia a golpe de calcetín. Dicen que este año ha sido el de no invierno y también es posible que el de no gobierno, osea que tiene razón Quintero, osea que hay sofocón.
Y Landa se marcha porque no le queda espacio para moverse, empezó haciendo películas en Torremolinos y le han urbanizado el futuro de tal forma que el ?landismo? es una manera de referirse a un género que no existe, (los que le imitan creen que son mejores pero ?landismo? hay hasta en los informativos de las televisiones y mucho más cutre porque no tiene el punto virginal de aquellas vikingas recién aterrizadas). Alfredo Landa es un gran actor que no tiene guiones por los que desenvolverse, por eso prefiere una partida de mus a una propuesta desacertada. Y nos deja metidos en la nostalgia de un cine imperfecto, (pero que daba más información que un documental de ?Nacional Geographic?), de aquel país que acababa de aprender lo que era el lujo cuando todavía no había hecho su digestión de la miseria de la posguerra. Todo eso en una cabeza privilegiada, dice Alfredo Landa que es el País Vasco el que debería anexionarse a Navarra, y se queda tan pancho.
No hay trabajo sin pasión, ni exceso sin sofocón. Luego póngale las escalas que les parezcan oportunas: el agobio, la fatiguita, la presión y la angustia. Todos tenemos el punto landista y loco, es la ocasión de echarnos a perder por una sueca, o si no fuera verdad por lo menos la ilusión de que pudiera ser. Lo demás, política incluida, es un sofocón insoportable.

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