La fe del converso

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

El Gobierno ha aprobado diecisiete indultos especiales para esta semana santa; son las rebajas Bermejo, los siete días de oro de la penitencia cuaresmal. Para hacerse acreedor de un indulto de cofradía hay que cumplir condena y haberlo solicitado. Pero si avanzamos un poco en la letra pequeña podremos observar que el indulto también pudiera ser por ?utilidad pública?, por lo tanto si ven a alguien que entra en casa de Otegi con un cucurucho de cartón es porque le va la penitencia y la Fiscalía le va a redimir de todos sus pecados. Incluso tampoco les va a molestar si Otegi no acude a la procesión, le dan por ?procesionado? en cuanto él quiera, no tiene más que pedirlo y el obispo Rubalcaba le dará una tortita cariñosa en la cara y le dirá que no se vuelva a repetir, ¡zangolotino de hombre! Y así hasta la siguiente porque todas las semanas santas tenemos estos indultos para hombres de buena fe, creyentes en el proceso de paz que es el misterio gozoso de nuestros días.
Los indultos de primavera no exigen pasar grandes pruebas teológicas ni de arrepentimientos en plaza pública (y mucho menos propósito de enmienda, ¡total para qué semejante pérdida de tiempo!), cualquiera puede ser liberado de su carga penitenciaria con mostrar simples señales de arrepentimiento, o en su defecto tener un buen abogado que rece por uno, ya con eso sería suficiente. No es por fastidiar pero estas medidas de gracia igual valen para Otegi que para Julián Muñoz, (el gran ?ecce homo? de la Operación Malaya, hoy convertido en pena-penita-pena). Y como son diecisiete los premiados nos daría para una mini liberación nacional sacando de una tajada a los malayos y a los batasunos, ¿por qué no? Por qué no iba a fijarse Jesús el Rico de Málaga en Juan Antonio Roca, preboste malayo que se bañaba con un Miró en el jacuzzi, y darle la oportunidad de salir a la calle el miércoles santo. O por qué no iba a premiar al destino a Isabel Pantoja con la liberación de su Julián gracias a la Hermandad del Sagrado Decreto de Sevilla, a ser posible en la ?madrugá? de la calle Sierpes para que ya fuera un espectáculo completo de apoteosis del converso.
El concepto de ?utilidad pública? es muy laxo, es posible que una pragmática de Carlos III termine por solucionar lo suyo a unos cuantos malandrines de la vida nacional, sin necesidad de que muestren ni una gota de arrepentimiento. A efectos de perdón de los pecados los hay que viven todo el año instalados en el incienso de la penitencia, los hay que tienen una bula especial y perpetua. Lo más insólito sería reunir a todos los arrepentidos en una misma procesión y lanzarles pétalos de rosa. Seguro que los retransmiten por una televisión y es líder de audiencia. No lo podemos evitar, nos gustan los finales redondos aunque gane el malo.

Compartir:

Etiquetas: ,

Deja una respuesta

*