Se busca campeón sin complejos

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

El clima político se ha puesto tan áspero que discutir sobre fútbol, por encarnizada que sea la pelea, es un placer. La Liga se aprieta, se estira, y hoy es posible que muera en un ataque de lucidez. Decía Einstein que «Dios no juega a los dados», cargándose la opción del azar en cualquier circunstancia; luego Hawking le apañó la frase: «Dios juega a los dados y obtiene malas jugadas». Hoy la pregunta que nos tendríamos que hacer es ¿con qué equipo va Dios?, y encontraríamos un Dios merengue, un Dios culé y un Dios sevillano… aunque lo más interesante es saber con quién va el diablo cuyo portavoz es Stephen Hawking. En realidad tampoco hace falta ser un experto en Física para darse cuenta de que «todo es relativo».

La victoria vendrá de un ataque de genialidad, esta tarde los proyectos se dibujan en pizarras pero se culminan en una inspiración momentánea, casi como si un rayo cayera sobre la cabeza de los delanteros y les señalara ese hueco imposible por dónde cabe el balón pero nunca la duda. Capello tendrá un esquema digno de tesis doctoral pero cuando el balón ruede no habrá forma de controlar al genio que escapa de la botella. El Real Madrid depende de sí mismo y no tiene por qué participar en una nueva encuadernación de los cuentos de la lechera con tapas de cuero. El Barcelona mantiene el orgullo del rico al que se le despide el servicio porque no les paga, pero le queda el arreón de entusiasmo suficiente para recuperar lo que nunca debía haber perdido. Y, el Sevilla, puede soñar con un final de temporada redondo si ganara la Liga, tiene la opción de aprovechar que dos se pelean para escalar la tabla por detrás de los errores blancos y culés.

En esta obra de suspense hay que estar atentos a todas las puertas porque en cualquier momento entra un mayordomo y nos da la pista que falta. Es un sábado que hasta puede ser analizado en clave electoral: si Zapatero instaló las bases de su mandato en el proceso de paz y en el Estatuto Catalán, (y ambas cosas están detenidas), ¿qué sentido tendría agotar la legislatura si el Barça no gana la Liga? De ser acertada esta descabellada tesis el futuro de la gobernabilidad del país pasa por las botas de Deco, tremenda responsabilidad. También es posible que una victoria blanca acentuara una úlcera emocional en el eurodiputado de Esquerra Republicana, Bernat Joan, que se puso de los nervios al saber que en el Parlamento Europeo se instalaba una exposición sobre el Real Madrid. Hasta allí viajó Ramón Calderón acompañado de Amancio Amaro y otros notables, una expedición blanca que es una pica en Flandes. Según Joan hay una relación palmaria entre el club de Concha Espina y Franco, la transición no ha llegado al Bernabéu, incluso es posible que de haber tenido 200 años hubiera sido el club de Fernando VII. Y quién sabe si de Torquemada en época de los Reyes Católicos.

Pudiera pensarse que se disputa una Liga, (y nada más lejos), aquí está en juego el prestigio de una larga tradición de todas las primaveras. El que gane está obligado a pasear su descaro de líder sin complejos y los que pierdan a esconder su irritación. Es fútbol, es todo.

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