La balsa de la Medusa

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Los supervivientes se hacinan en una balsa: llevan muchas jornadas a la deriva, tienen hambre, se han dado casos de canibalismo, también algunos crímenes. No hay esperanza, un leve soplo de energía mantiene vivos pero en descomposición a los que eran una modélica armada imperial. No hablamos del congreso de los socialistas madrileños sino de los personajes que pintó Géricault en un famoso cuadro que está en el Louvre. El lienzo es de enormes proporciones, como corresponde a la pintura romántica de la época, tan grande como el escándalo que provocó el hundimiento de la fragata Medusa en 1816. La nave era una de las cuatro que componía la flotilla rumbo a Senegal pero embarrancó debido a la impericia de su capitán. Cuando uno tiene pocas luces lleva la máxima hasta el final. Ante el grave problema que se presentaba, el capitán separó a los ilustres de abordo, (el gobernador y su familia), de la morralla de la marinería. Los primeros iban en un bote en condiciones y los demás en una balsa infame arrastrados por maromas. Hasta que se cansaron de los pobres y los dejaron a la deriva.

La crónica del suceso conmocionó Francia. La crónica de la crisis del PSM conmociona a los socialistas madrileños. El lío es de tal calibre que conviene sacar un «power point» para dar explicaciones, hace falta un quién es quién en el congreso de hoy. Hasta el momento Ferraz se ha dedicado a meter a candidatos ilustres que a su vez empujaban a los clásicos hacia la balsa. Siempre hubo clases, tanto en los naufragios de la mar como en los que se producen en tierra. Pero sucede que en el PSOE corre el peligro de hundirse la flota a causa de fuego amigo. El problema sería encontrar un rumbo y luego dirigir la balsa hacia él; por el contrario, parece que cada uno rema para donde puede con la certeza de que, si cae al agua, los tiburones serán más compasivos que sus propios compañeros.

La crisis del Partido Socialista Madrileño es la de no tener poder. Es una crisis de hambre, un asunto de primera necesidad en el que Cristina Narbona hace el papel del capitán Chaumereys, (llevaba veinte años sin navegar como finalmente se demostró en el juicio que le condenó a tres años de prisión). Los candidatos Gómez, Cepeda y García-Hierro deben tener muy claro que hoy ganará uno de ellos pero, si no cierran la vía de agua, perderán todos. El Congreso que terminará a horas tardías, en noche de lobos con luna llena incluida, debe ser la catarsis definitiva de los socialistas madrileños. El ganador tiene el reto de conseguir hermandad y proyecto común, superación del concepto familia y capacidad de crear un equipo que aspire a ganar. Casi nada. Que Dios se apiade del alma de los náufragos.

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