La nécora doliente

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

En la Universidad de QueenŽs, en Belfast, han realizado un estudio que confirma un temor: los crustáceos sienten dolor en el puchero cuando se cuecen. Por lo tanto si usted ha comido, hoy, en una marisquería que sepa que es cómplice de un crimen gastronómico. Madrid está lleno de Auswitch con mantel a cuadros y vino blanco donde un Arguiñano ejerce de cruel maltratador, y las autoridades miran para otro lado El hecho de que las nécoras no puedan gritar no las exime de dolor puesto que son seres vivos, dolientes. Quizá la venganza sea la gota y el aumento del colesterol.
Ser un animal cocido no resulta nada agradable. El camino de salvación es hacerse vegetariano y que los científicos no investiguen en el dolor de las lechugas o vamos listos. Comer más que un placer es un dolor, una actividad agresiva en la que siempre el pez grande se come al chico, (te pongas como te pongas). La gastronomía es la guerra tomada de otra manera, en un mercado cualquiera se comenten más agresiones al medio ambiente que en un documental de Al Gore. Más que una dieta equilibrada hay que estar por una dieta indolora, pero la culpa la tienen las nécoras que están muy buenas.
Si algún día gobiernan los monos, tal y como pasaba en aquella película, nos las van a hacer pagar muy caras. Entonces pondrán precio a los muslos de Angelina Jolie. La crisis de la nécora abre una discusión muy profunda, estemos atentos.

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