El cisma

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Alfredo Landa deja el cine, Sean Connery también y José Blanco pierde la fe, tres noticias que juntas forman una catástrofe, demasiado para empezar el año. El enfado del Gobierno con los curas es algo desmedido, para responder al sotanazo del domingo no hacía falta redactar una encíclica civil con lo que deben hacer los españoles, allá cada cuál con su fe. Hasta Tierno reconocía que Dios nunca abandonaba a un buen marxista, (de los socialdemócratas reciclados no dijo nada). En todo caso para eso están las relaciones con la Santa Sede y es ahí donde deben mostrarse los desencuentros. El poder civil tiene fuerza y otros caminos donde defenderse de los agravios, si no la furia puede quedar en rabieta de monaguillo zangolotino. ?Las cosas en su sitio? es un término taurino cuyo antagonismo es ?estar fuera de cacho?, o lo que es igual no ponerse donde corresponde en el momento de la verdad. El ejemplo de estar en el sitio es José Tomás y a las cornadas de este verano me remito, de hecho David Gistau se fue a Linares a contar la corrida homenaje a Manolete y un poco más y se vuelve con la necrológica del torero de Galapagar. Fuera de cacho está Ortega Cano, bastante alejado del peligro y al que un toro le ha de lanzar el cuerno en caso de pretender herirle. Estar en el sitio es tener los pies quietos y la cabeza muy fría porque el morlaco aprieta como un demonio encelado. En eso estaba la vicepresidenta De la Vega que se fumó, (metafóricamente), una cena prenavideña con los obispos en la que citó a San Agustín de Hipona en el brindis. Eso es citar con valentía en un palmo de terreno y lo demás andar perdido por el albero dando capotazos de veleta oxidada. Los obispos metidos a valedores de la democracia dan cierta dentera, pero tienen derecho a verbalizar su enfado con aquello que no les gusta. Lo que iban a decir en la Plaza de Colón era previsible, hasta el dedo del almirante giró para señalar el barrio de Chueca como centro del pecado libertino, pero a estas alturas nadie cree que un partido político pueda suprimir el divorcio o la Ley del aborto, tal y como pregunta López Garrido. Quizá el Gobierno está molesto porque no supo evaluar la magnitud del acto, los domingos no se llenan las parroquias pero todavía los curas tienen capacidad de convocatoria para atascar La Castellana. Estábamos en lo de los trenes de cercanías y en la impuntualidad del AVE cuando los santos bajaron de la peana para gritar por las calles y se lió intifada en el belén viviente. El cisma sólo se resuelve creando un Ministerio de la Iglesia y poniendo a José Bono al frente. A su jura como ministro de Defensa acudieron más obispos que al Concilio de Toledo, por lo tanto ahí apaciguaremos las almas intranquilas. Y José Blanco recuperará su calma de monaguillo regañado, volverá a su cristianismo reconocido, y podrá decir como Gerardo Diego: ?filtra en mis secas pupilas/ dos gotas de fe/ quiero creer?. Roma puede dormir tranquila.

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