La despedida de soltero de Mariano Rajoy

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Nadie duda de que Mariano Rajoy sea un buen político pero como espía es bastante malo. Para acallar la crisis del partido, (que la hay), invita a comer a Esperanza Aguirre a uno de los restaurantes más conocidos de Madrid y dónde les pudo ver mucha gente de la que luego cuenta las cosas. En el PP dicen que llevaban cinco años sin almorzar juntos aunque ambos desayunan con noticias del otro todos los días. Si Rajoy quería discreción tenía que haber convocado a Aguirre en un burguer en lugar de en Zalacaín. La cita en un restaurante tan clásico es un acto fallido en sicología, es hacer de Lampedusa y recordar que no hay nada mejor que cambiarlo todo para que nada cambie. Poca renovación hay en la cocina de un clásico de los fogones.
Los denodados esfuerzos de Rajoy por aparentar calma nos llevan a pensar que cualquier cosa menos tranquilidad se respira en la calle Génova. Ya lo dijo el propio interesado, (en otro acto fallido): ?no esperarán que me pase cuatro años en un sillón de la planta séptima?. Rajoy sabe que todo sillón es un producto tapizado e inerte, lo ha visto en los escritores de la Academia de la Lengua a los que nada más nombrarles se les pone el gesto de solemne butacón. Por eso crea a Soraya que es lo menos parecido a Zaplana que se despacha, por eso abandona enfrentarse a los problemas de la legislatura para crearse otros diferentes y más caseros. Hay huidas hacia delante y huidas de caracol; oficio de tinieblas y laberintos.
En el PP hay un cabreo sordo de todos con todos, y un mosqueo especial con Esperanza Aguirre que tiene experiencia en situaciones de crisis. Como se aburría en Madrid y el PSOE le quedaba pequeño, abrió otro flanco contra Gallardón que era el delfín natural del aznarato. Aguirre tiene un punto Romel que le lleva a plantar batalla en cuantas explanadas encuentra en su avance. Del helicóptero Rajoy salió con las gafas torcidas, pero Aguirre apenas con un tacón roto al que no le dio puñetera importancia y con el que luego se fue a la Asamblea de Madrid a responder a unas preguntas.
Parece que todo este follón político lo ha montado Rajoy como si fuera una despedida de soltero, algo que se sabe cómo empieza pero cuyo final se desconoce. Y los que no están invitados a la fiesta se han molestado bastante: Pizarro, Ana Mato y así hasta los doscientos que se habían repartido los coches oficiales. El partido de Rajoy estaba hecho para gobernar, y él también. Mariano se marcha; el camión de mudanzas espera en las inmediaciones de Génova. Sólo falta saber si el transporte lo pagan Aguirre, Gallardón o Camps.

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