?En Italia nos han calificado como artistas irresponsables?

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La Terremoto de Alcorcón y Antonia San Juan han hecho posible ese lema que se le atribuye a los productores de cine sin escrúpulos: ?¡con tu cuerpo y mi talento llegaremos muy lejos, nena!?. El cuerpo de La Terremoto es la definición del deseo tradicional a la española: curvas, altura, sensualidad, turgencia, lozanía, descaro y una boca para cantar o para lo que haga falta menester. Y una mirada que tumba a medida que los ojos se aproximan. Es la típica mujer que provoca una revolución absentista al pasar cerca de una obra, (pero que tengan cuidado los que le piropeen porque pueden encontrarse con una contundente respuesta). Por su parte, el talento de Antonia San Juan no para de ofrecer ideas para la escena, por su cabeza bullen mil formas de sortear la crisis que acompaña a la palabra teatro desde Sófocles hasta los días del euribor. Antonia escribe versos, redacta monólogos, hace canciones y La Terremoto le pone el ?cuerpo? a las ideas de Antonia San Juan. Son un dúo perfectamente engrasado que promete ofrecer noches de risas y reflexiones en el Teatro Arlequín. Por aquello de aprovechar el mensaje al máximo, el espectáculo se llama ?La Terremoto de Alcorcón, precios populares?. Estrenan el jueves y van a competir en La Gran Vía con la nueva entrega de Indiana Jones, ¡pero quién es el doctor Jones comparado con La Terremoto de Alcorcón!
PREGUNTA.- Usted será de Alcorcón, y muy ?terremoto?, ¿pero lo que pasa en Coslada, semejante espectáculo de corrupción, no es casi competencia desleal?, ¿Hay más espectáculo en un pleno municipal que en un teatro?
TERREMOTO.- ¡No me asusta nada!, yo vengo de Mallorca, cuna de las mafias? tenemos desde cofradías de peperos del Opus que gastaban miles de euros con tarjetas del Ayuntamiento, hasta alcaldes como el de Andratx que puja por estar en el candelero mucho más que nosotras.
P.- ¿Cómo siempre la realidad supera a la ficción, a lo que pasa en el teatro?
ANTONIA.- Para eso es bueno que exista el teatro privado, para poder denunciar todo lo que pasa, (sería impensable en el teatro público donde las cosas tienen otro filtro). A nosotros no nos controla nadie.
P.- ¿Son unas privilegiadas que trabajan en lo que quieren?
ANTONIA.- Para alcanzar el tipo de trabajo que uno quiere, hay que esforzarse mucho. No vale eso de quiero algo sin trabajar para conseguirlo.
P.- ¿Son ustedes dos gente de fiar?
TERREMOTO.- Yo soy cien por cien de fiar? ¡ella menos! Antonia engaña porque la gente suele tener una idea equivocada y absurda de ella, como si tuviera que cumplir los requisitos del personaje de una película.
P.- ¿A Antonia San Juan le gusta cultivar el jardín de su secreto?
ANTONIA.- No, pero quién me quiera conocer que me conozca. Y quién no quiera, pues tampoco pasa nada. Eso no me preocupa demasiado.
P.- ¿Cuánta gente le conoce, de verdad?
ANTONIA.- Menos de lo que parece, soy una popular desconocida. Los que me conocen mejor es por haber tenido una larga relación de amistad o porque hemos trabajado juntos.
P.- ¿Desde cuándo se conocen las dos?
ANTONIA.- Creo que junto a Pepón Nieto debo ser de las primeras personas que escucharon la cassette de La Terremoto, esa canción que decía: ?hoy te he visto con tus libros caminando y con tu carita de cocreta?. Ahí me enamoré de ella. Yo había ido a Palma de Mallorca, con mi pareja, a hacer una obra de teatro. Entonces La Terremoto comenzaba a trabajar con ?Diabéticas Aceleradas?.
P.- ¿Ese fue el principio de una bonita amistad?
ANTONIA.- Lo podemos situar justo el día de la última colección de David Delfín en la Pasarela Cibeles, allí nos vimos y era cuando yo estaba dándole vueltas a quién podía hacer unos textos que tenía escritos en verso, (guardados desde tiempo de Mari Castaña, e incluso antes). Casualmente había pensado en ella y justo me la encontré en el desfile de David Delfín. Así fue.
P.- ¿La Terremoto viene de Palma, pero es de Alcorcón?
TERREMOTO.- Soy de Alcorcón pero me crié en La Palma del Condado, en la provincia de Huelva, luego he estudiado en Bruselas, y acabé viviendo en Palma de Mallorca.
P.- ¿Qué hacía usted en Bruselas, tan lejos de Alcorcón?
TERREMOTO.- Estudiar Comercio Exterior? sí, sí, ¡fíjate lo que es la vida!, soy una experta en aduanas, aranceles y Derecho Internacional.
ANTONIA.- ¡Cualquiera diría que La Terremoto estudió Derecho Internacional!
TERREMOTO.- Eso es lo bueno, que la gente se sorprenda cada día con una cosita nueva. Nadie se lo imagina.
P.- Son ustedes mujeres de grandes secretos, ¿No trabajarán para el CNI?
ANTONIA.- Puede, (RISAS)
TERREMOTO.- Antonia es una agente secreta.
ANTONIA.- Me habéis pillado.
TERREMOTO.- A mí me encantaría ser una mata-hari. ¡Uy qué vida tan interesante!
P.- ¿Hacen arte para pocos, para unos elegidos?
ANTONIA.- Lo más inteligente es expandirte a cuánta más gente, mejor. Lo que pasa es que el tipo de teatro que hago no es para todos los públicos? todavía hay mucha gente que no me conoce.
P.- ¿Se le conoce más por haber sido ?La Agrado?, en ?Todo sobre mi madre??
ANTONIA.- Aquello capitalizó todo, recogió todo lo que había hecho hasta la fecha. Todo el teatro de la Universidad que hice, todo el teatro clásico que interpreté y todo el café teatro que pude haber hecho. Almodóvar aprovechó eso de mí y en contrapartida me dio la internacionalidad. Ese capital que me dio lo he multiplicado, es como si mis padres me hubieran dejado una herencia y yo la hubiera repartido en plazo fijo, una póliza, un local y en un negocio. Así me convertí en una inmobiliaria del arte.
P.- ¿Para todo eso le dio una película con Almodóvar?
ANTONIA.- Le saqué partido igual que pasa en la cocina cuando no tienes más que un plátano, un huevo y arroz? y haces un estupendo arroz a la cubana.
P.- ¿En este trabajo no tienen malos rollos?
TERREMOTO.- ¡Nunca!, al revés; he aprendido de Antonia a hacer un trabajo de mesa, (yo estaba más acostumbrada a la improvisación del momento), en cambio con ella he aprendido a sentarme, estudiar, y a crear el espectáculo que íbamos a crear para este escenario de Madrid.
P.- ¿Tienen confianza plena la una en la otra?
TERREMOTO.- En esas sentadas a estudiar nos hemos contado nuestras vidas, por eso yo doy un ciento veinte por ciento en el escenario. Todo es gracias a esa confianza que hemos sabido crear.
P.- ¿Para quién está dirigida y pensada esta función?
ANTONIA.- Una novela, o una obra de teatro, no se hace para nadie. Cuando una obra se hace para nadie es para todos.
P.- ¿Y si la vida tuviera un guión tan trabajado como el suyo?
TERREMOTO.- ¡Si la vida tuviera un guión escrito la gente iría de cabeza a leer el final!, entonces no tendría sentido.
P.- ¿No sería interesante leer un par de páginas por delante?
TERREMOTO.- A mí no me interesan los finales, prefiero disfrutar del proceso. Es mucho mejor y más interesante.
ANTONIA.- Con cierto grado de angustia hay que vivir para que la vida tenga aliciente.
P.- ¿Hay que trabajar mucho para que luego lo improvisado salga bien?
ANTONIA.- Hay que trabajar mucho para que luego la gente crea que lo estás improvisando justo en ese momento que lo están viendo. Lo que uno tiene que hacer es trabajar para que luego parezca un producto fresco e improvisado.
P.- ¿El público, como el cliente, siempre tiene la razón?
ANTONIA.- No creo que el público siempre tenga la razón. Hay una vena populista que lleva a pensar que nunca se equivoca, (y lo hace hasta cuando vota), pero a veces hay un público maravilloso y en otras ocasiones te las tienes que tragar dobladas cuando estás en el escenario. A veces le suena el móvil y le vuelve a sonar a pesar de que le hayas perdido que lo apague. Pero es verdad que hay un afán loco por quedar bien, esa es la epidemia del siglo XXI, (aún jodiendo al otro).
P.- ¿Son ustedes la vanguardia de la vanguardia?, ¿Lo más de lo más?
ANTONIA.- ¡Si las vanguardias de murieron en los setenta!, ojo con este comentario.
TERREMOTO.- Somos un símbolo de la contracultura. En Italia nos han calificado como artistas irresponsables.
P.- ¿Se tienen por iconos del arte irresponsable?
TERREMOTO.- Yo la verdad es que tengo cuerpo de cono, más que de icono.
P.- ¿Y Antonia es icono con eñe?
ANTONIA.- ¿Un icoño?, yo creo que no. No somos bandera de nada, y eso a veces ofende a ciertos sectores, pero me da igual. Hay personas que quieren usarte como icono de sus movimientos pero yo no quiero.
P.- ¿Se refiere a la causa gay?
ANTONIA.- No necesariamente. No creo que deba haber sindicatos para defender la homosexualidad, los sindicatos deben ser para la defensa de los derechos del trabajo, no para la sexualidad. Uno se mete en la cama con quién le da la gana. Y expuestos a que le agredan estamos todos: gordos, flacos, feos, guapos, pijos, macarras. Todo el mundo arremete con todo el mundo.
P.- ¿Hacen un teatro amable o de implicación con el público?
TERREMOTO.- El mío es muy amable, es un montaje que tiene momentos lorquianos, también de Valle Inclán, de Ópera, y de la revista más rancia del mundo, de cabaret? muy completo.
P.- ¿Todo arte no debe tener un punto de provocación?
ANTONIA.- Lo que yo hago sí lo tiene. Yo soy provocadora con las palabras, a través de un personaje que ve la televisión saca la doble moral de las noticias. A lo mejor no se dice un coño en horario infantil pero sí emiten programas que destrozan la vida de cualquiera. Me refiero a esa gente que persiguen con las cámaras todo el rato por la calle y luego lo emiten en horario para todos los públicos como si fuera algo normal.
P.- ¿A qué tienen miedo?
ANTONIA.- Al teatro público que nos quiere barrer. Evidentemente es una competencia desleal que se hace con dinero de todos. El teatro público es una manera de controlar la ideología porque se eligen los textos que hagan poco pensar al público y que no se metan con el poder establecido.
P.- ¿Les gusta más un teatro, y una vida, sin controlar?
TERREMOTO.- Yo no me he controlado jamás, ¡a mí sólo me controla Hacienda y porque no hay más remedio!, que si no?
ANTONIA.- Terremoto: es evidente que hay que vivir con un cierto límite de censura.
P.- ¿No es muy duro admitir eso?
ANTONIA.- Pero es que es así, primero porque no existe la libertad de expresión. Yo puedo decir lo que quiera pero alguien se puede encargar de vetarme. Hay que tener en cuenta que vivimos en sociedad, hay que vivir con cierto grado de límites en la expresión.
P.- ¿Es aquello de que con la hipocresía se llega más lejos?
TERREMOTO.- Mucho más lejos, hay que ser hipócrita cien por cien, por eso nos inventamos los trabajos, nos inventamos la vida, y por eso inventamos personajes.
ANTONIA.- Yo prefiero la hipocresía con las buenas formas que el nepotismo. A veces estás con alguien que sabes que te va a negar una ayuda pero te lo dice con formas exquisitas. Sabes que no te va a ayudar en nada pero el trato es muy correcto, y lo agradezco.
TERREMOTO.- Pues no, yo prefiero que me digan que no y que me pongan mala cara a que mareen la perdiz. Soy mucho más directa que Antonia.
P.- ¿Ustedes hacen ?arte y desmayo??
ANTONIA.- Mi espectáculo es terapéutico, hay muchas partes que la gente agradece cuando luego las pueden analizar. Me refiero a reflexiones que hago sobre la mujer, la familia, el sexo o la Iglesia. Aunque no estén de acuerdo conmigo me consta que les puedo haber abierto otro canal de otro pensamiento. Y que luego maduren esas ideas, las acepten o las rechacen.
P.- Póngame un ejemplo más concreto, por favor.
ANTONIA.- Pues decir que la familia tradicional es algo decadente y que no se sostiene, pero lo digo ante una señora tradicional en el patio de butacas a la que le explico que las tradiciones llevan al machismo. O puedo decir que una sociedad laica es menos machista. Y esa señora reflexiona luego sobre lo que ha podido escuchar en el espectáculo.
P.- ¿Ese es el papel de La Terremoto?
TERREMOTO.- Yo me ocupo más de la superficie, de un humor que es más banal. Por supuesto que llega de igual forma.
P.- ¿Es otro estilo de agitar la vida?, más a lo Terremoto.
TERREMOTO.- Por ejemplo cuando hago parodia de un video de Madona en el que está estupenda pero detrás hay diez kilos de bótox, horas de gimnasio y un dietista que te dice lo que debes comer. Pero no todas las señoras de la edad de Madona están como ella porque luego tienen que ocuparse de sus trabajos y además de su casa. No todas somos Madona. Yo demuestro cómo te sientes cuando terminas el video y tienes que ir a tu casa a poner la lavadora.
P.- ¿La Terremoto se levanta de la cama así, supongo? Igual de arreglada que sale en escena.
TERREMOTO.- Sí, sí, tal cuál. Yo soy como Joan Collins en ?Dinastía?: me levanto peinada, maquillada, y con esta expresión tan angelical.
P.- Hacen el papel del bufón, ¿son los que cuentan la verdad?
ANTONIA.- La verdad también está cargada de ideología. Yo cuento mi verdad, mi análisis de una situación. En el escenario cuento que hay mucha hipocresía con la mujer, por ejemplo cuando entrevistan a una gran profesional pero buscan que diga que se realizó cuando fue madre. ¡Qué paradoja tan extraña que la mujer pida igualdad y luego caigan en el tópico!
P.- ¿Son grandes fans del psicoanálisis?
ANTONIA.- Yo creo que la gente es fan de Tintin, o de Mafalda. El psicoanálisis es otra cosa. En el siglo XX ocurrieron dos grandes cosas: el marxismo y el psicoanálisis, de lo primero ha hablado mucha gente pero de lo segundo muy pocos. El marxismo se aplicó pero el psicoanálisis pasó de puntillas por el siglo.
P.- Todos somos esclavos de nuestras contradicciones: ¿En qué son ustedes dos mujeres convencionales?
ANTONIA.- Es paradójico, hasta en las mismas cosas que digo que no son convencional, finalmente lo soy. Soy de mi casa, de mi rutina y de no trasnochar.
P.- ¿Es lo mismo que era su madre, a su edad?
ANTONIA.- Me he dado cuenta que soy como mi madre totalmente, por eso me ocupo de mis plantas, de mi pareja, soy monógoma?
P.- ¿Oiga, y no se aburre mucho?
ANTONIA.- Es que no me gusta salir de noche aunque parezca mentira.
TERREMOTO.- En eso somos completamente distintas, yo no soy nada convencional?
ANTONIA.- ¡Espera, espera, espera!, porque luego eres de tu familia? de tu hermano, de tu madre y de tu padre?
TERREMOTO.- Pero no me gusta estar en casa, no quiero tener un perro, me gusta vivir en las casas de los demás. Desde pequeña me ha gustado dormir en casa de los amigos.
ANTONIA.- ¡Qué va!, pero si luego eres muy de tu padre. Si estás todo el día queriendo traer una tortilla de tu padre para que la probemos en el teatro. Ella es más convencional de lo que dice.
P.- ¿En cambio Antonia San Juan es casera?
ANTONIA.- Yo soy distinta a La Terremoto, no hago una loa de la comida de mi madre, en absoluto. Cuando voy a Canarias me quedo en un hotel y no en casa de mi madre porque me gusta la independencia. No tengo un apego a la consanguinidad. Nunca he sido ni muy García, ni muy San Juan. Cuando han dicho eso me he reído bastante.
P.- ¿Pero sigue siendo mujer tradicional por otros motivos?
ANTONIA.- Sí estoy en pareja lo estoy con todas las consecuencias. Creo que la pareja es un proyecto de vida, no un morbo. Y que el amor también es un proyecto de vida muy serio y a tener en cuenta.
P.- ¿Se ha hecho de derechas de repente?
ANTONIA.- No tengo ideología. Hay gente de izquierdas que me parecen auténticos fachas y conozco gente de derechas que me parecen maravillosas y me tratan muy bien. He conocido gente de izquierdas que eran tan hipócritas como para controlar hasta los vecinos de chalet que tenían, (se compran el suyo y los dos de al lado para luego saber quién los va a habitar).
P.- ¿Cuál es el lado convencional de La Terremoto?
TERREMOTO.- Además de alabar la tortilla de mi padre, nunca pongo los tacones encima de la mesa y asumo la filosofía de la folklórica, (no se me ocurre vestir de amarillo, por ejemplo).
ANTONIA.- A esas cosas no le doy ningún valor. Cuando leí ?Tótem y Tabú? de Sigmund Freud, me di cuenta de que a los objetos no se les puede atribuir ninguna función extraordinaria. Los objetos no pueden tener ningún poder.
P.- ¿La Terremoto no ha leído a Freud?
TERREMOTO.- Nunca he leído a Freud y creo que de momento no me va a dar por ahí. Tengo muchas cosas que leer antes que a Freud, muchísimas.
P.- ¿Madrid es una ciudad divertida para trabajar?
ANTONIA.- Me gustaría que Madrid fuera una ciudad divertida si Esperanza Aguirre no estuviera. De Madrid me gusta todo menos Esperanza Aguirre.
P.- ¿Y esa animadversión de dónde surge?
ANTONIA.- Porque no me gusta nada cómo hace las cosas. Nunca la Comunidad de Madrid me ha ofrecido siquiera una gira por sus pueblos.
P.- ¿Si le hubiera dado una gira, hablaría mejor de Aguirre?
ANTONIA.- No lo digo como una venganza sino como lo siento. A los artistas también tienen que ayudarnos.
P.- ¿Cuándo pasa por la Puerta del Sol, ni mira el reloj?
ANTONIA.- ¡Mucho peor!, vivo en la Puerta del Sol así que imagínese si miro y escucho ese reloj que preside la Comunidad. Desde el balcón de mi casa puedo mirar la hora, y lo hago a menudo.
P.- Por lo tanto Esperanza Aguirre y usted, ¡son vecinas! Igual hasta tienden la ropa en la misma cuerda.
ANTONIA.- No creo que tanto.
TERREMOTO.- A mí me gustaría que en Madrid existieran aquellos conciertos del Parque de Atracciones a 140 pesetas, cuando podía ver a ?Hombres G?, a ?Loquillo?, a Carlos Mata.
ANTONIA.- Ahora existen los Veranos de la Villa que joden a los teatros privados porque ponen la función a tres euros. Con dinero público se paga a los artistas.
TERREMOTO.- ¿Pero la idea no es que la gente vaya al teatro?, pues de esa manera van.
ANTONIA.- Con dinero público yo lo hago de maravilla, no te digo.
P.- ¿La Terremoto tiene estampitas y capilla en el camerino?
TERREMOTO.- Por supuesto, siempre me acompaña La Virgen del Rocío y la Virgen del Valle, (que es la Virgen de mi pueblo). No les pongo velas porque la normativa anti incendios del teatro lo prohíbe. Estas tradiciones hay que mantenerlas, ¡si desaparecen quién las va a contar!
P.- ¿Qué es para ustedes un buen día?
ANTONIA.- Me encanta que sea de rutina: levantarme temprano, ir al gimnasio, preparar la comida, ir al teatro y luego volver para escribir y leer en mi casa.
TERREMOTO.- No soporto la rutina. Me da palo cuando veo a Antonia que a las nueve de la mañana ya ha ido al gimnasio y está trabajando, y entonces me llama cuando yo casi me acabo de acostar.
P.- ¿No se conoce que La Terremoto haya ido a un gimnasio?
TERREMOTO.- ¿Yo?, ¿A un gimnasio?, ¡ni muerta! ¿Qué hago allí?
P.- Correr en la cinta con tacones? complicado.
TERREMOTO.- Correr con tacones es difícil, sólo he visto las carreras con tacones que se hacen en las fiestas del Orgullo Gay, en el barrio Chueca. Y estoy super sana, llevo una alimentación maravillosa, aunque por supuesto estoy en baja forma porque Antonia me mata a trabajar. Me da unos tutes que para qué.
P.- ¿Su cuerpo es una exageración de lo superlativo?
TERREMOTO.- Mi cuerpo es excelente, es un cuerpo como el que han tenido las mujeres de toda la vida, lo que pasa es que ahora se llevan los cuerpos de gimnasio que nada tienen que ver con el mío.
P.- Con permiso: ¿Es usted ?mucha mujer??
TERREMOTO.- Soy una tiarrona, una tía muy grande. Soy una señora grande como las de toda la vida que ha habido en España. Se alaba el cuerpo de Leticia Casta pero enseguida aparece la anoréxica de turno, aquí parece que hay que tener una 38 y medir 1.90.
P.- ¿Sus formas son como para que la DGT ponga: ?peligro curva??
TERREMOTO.- ¡Justo, ahí le has dado!, el que se asome a la curva puede caer en el peligro.
Acaba la charla y viene la sesión de fotos. La Terremoto posa con hambre de cámara y disciplina de vedette incansable. Si hace falta levantar la pierna, lo hace mil veces. En definitiva es una mujer enorme, justa merecedora de aquel piropo que ganó el Concurso Mundial de Andamios y Obras Públicas: ?¡me gustaría ser mariachi para poder tocarte la cucaracha!?.
Luego, ambas abandonan el camerino porque es hora de ensayar y el trabajo en el teatro exige disciplina y horario. Van cada una metida en su papel, La Terremoto de folklórica atípica que se encomienda a sus vírgenes antes de pisar las tablas, y Antonia San Juan de analista de la realidad con o sin Freud, depende del monólogo. Las dos forman un dúo completo de arte y provocación que pocas veces se dan unidas. Sería algo parecido a ver torear en Las Ventas a un matador tradicional y luego escuchar la conferencia de un antitaurino. Es la provocación inteligente de un teatro que puede ser amable en sus formas pero que anda plagado de cargas de profundidad, el mensaje llegará más hondo en función de las ganas que se tengan de recibirlo. Entre canción y charla hay tanta diversidad como la unión de tradición y modernidad. Nunca hubo terremoto sin sus consecuencias, ni mirada que fuera inocente. Ellas lo tienen muy claro, además a ?precios populares?.

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