La novia

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Probablemente la lectura de Adam Smith le produciría urticaria a Maialen Zuazo, la novia de Arkaitz Goikoetxea, (el amo del Comando Vizcaya), sobre todo cuando se refería a la división del trabajo como motor de la productividad. La pareja era muy liberal para la causa de ETA; él organizaba los atentados, ella le echaba una mano por la noche, los perpetraban juntos, y luego la chica se iba a trabajar a ETB donde ejercía de ayudante de realización. Maialen trabajaba en informativos y es muy probable que editara las imágenes con las que se ilustró el atentado a la casa cuartel de Legutiano. Hiena de noche, inocente informadora de día. Hay que tener el ombligo reforzado con una chapa de cromoniquel-molibdeno para manejar las imágenes de una matanza que has ayudado a construir, sin que el estómago se tumbe hacia la lógica arcada inmediata. Maialen al ser preguntada por las ?hazañas? de Arkaitz podrá responder, como en aquel anuncio de caramelos: ?¡las cosas que tiene mi novio!?, y mostrar su inocencia en razón del puesto sentimental que ocupa, es aquello de los trapos ensangrentados se lavan en casa. Más que una miembro ?legal? de la banda, (puesto que no estaba fichada), era una ?liberal? que distinguía el crimen de la información y sabía comportarse en ambos escenarios sin desentonar. A poco que uno haya leído historias de criminales en serie notará que son gente de pulsaciones lentas, alterarse o tener ataques de ira no son compatibles con su negocio. Uno puede colarse en un supermercado delante de un sicópata de ETA, e incluso obtener su ayuda en caso de ser una ancianita que desea cruzar la acera, y ellos no emitirán gruñido alguno; saben cómo distinguir la vida corriente de la acción criminal. Es fácil pensar en Maialen visionando desde su puesto de trabajo las imágenes de la explosión de Legutiano con exquisita frialdad de forense rumano. Es posible que las burbujas del champán le subieran por la nariz en un reflujo gástrico que le provocara cosquillas en la nariz. Hasta que la policía no encontró sus huellas digitales en un coche no se ha podido confirmar su condición de ?novia de la muerte?; una categoría ganada a base de goma dos y de complicidad con su pareja. Maialen y Arkaitz están unidos por la pólvora y hasta que una sentencia judicial los separe en prisiones alejadas. Pero entre ellos hay un juramento como el que viene en la letra del bolero de Álvaro Carrillo, y como tal no se les olvida la relación que mantienen y que les da la vida aunque a otros le cueste su muerte. Condición de novia es ser cómplice de su pareja y aceptar algunas cosas con más entusiasmo que otras. También saber perdonar los defectos del contrario, e incluso aceptarlos como beneficios propios. Tan intoxicada está que nunca le preguntó por aquellas manchas rojas en las camisas, ni por qué cogía la pistola cuando sonaba la puerta; lo achacaría a un exceso de trabajo de Arkaitz. Y luego un beso para olvidar la jornada laboral: un beso tornillo, un beso metralla.

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