El plan de rescate de la crisis

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La parte indecente de la globalización es que seamos responsables de la quiebra de las grandes empresas norteamericanas. Aunque usted no haya pisado Wall Street en su vida, ni tenga intención de hacerlo, descuide que también le va a tocar el castigo. Jamás le hubieran convocado para repartir sus beneficios pero ahora cuentan con sus ahorros para rescatar empresas en crisis.
Algunos economistas dicen que esta crisis del capitalismo equivale a la caída del Muro de Berlín para el régimen soviético. Eso habrá que verlo puesto que el capitalismo es cualquier cosa menos inocente; también es posible que asistamos a un cambio de ciclo y que la capital económica pase de Nueva York a Tokio, o a Pekín. El candidato McCain no tiene una idea formada de las promesas incumplidas de Zapatero con el Ave a Salamanca, pero nuestras obras públicas dependen de ese plan de activación económica que propugnan los republicanos estadounidenses. Aunque Zapatero diga que somos la envidia de occidente, la crisis nos golpea como estas lluvias torrenciales que anegan el principio del otoño y que nos mojan por la espalda sin saber bien por qué. Zapatero debe tener una bilirrubina bastante contaminada de entusiasmo a fondo perdido.
Los malos resultados de la economía estadounidense nos afectan en primera persona, por lo tanto sería justo tomar nota de lo que nos ha hecho perder esta crisis para luego pasar la factura cuando cambien las tornas. Anote bien toda esa capacidad adquisitiva que ha perdido, todas las subidas de las hipotecas y del petróleo, porque cuando la economía norteamericana se recupere se las podremos enviar a McCain, o a Obama. Nos han convertido, sin quererlo, en una ONG de ayuda a ricos en apuros; somos carne de cañón en esta guerra mundial de los mercados financieros, y ni siquiera nos han repartido chalecos antibalas y máscaras de gas.
Mientras que en aquel país discuten un plan de salvación que parece una llamada a los botes del capitán del Titanic, en Santiago de Compostela un sabio llamado Stephen Hawking presentaba un libro en el que asegura que el futuro está en el espacio, (será porque la tierra la hemos contaminado tanto que no hay vuelta atrás, y esa contaminación es doble: en lo ecológico y en lo económico también. También en lo moral pero esas acciones no cotizan en Bolsa). Lo que nos dice Hawking es que hay que inventarse un futuro en otro planeta porque éste lo hemos dejado inservible. El ser humano sucumbirá víctima del mal de Diógenes, envuelto en un papel sucio sacado de la basura. Las grandes pirámides del capitalismo son los vertederos donde los menos favorecidos buscan raspas de sardina.

Compartir:

Etiquetas: ,

Deja una respuesta

*