La tanqueta oficial

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Hay cantidades que exceden a la mente humana, ocurre con la pasta que les pagan a los futbolistas y también con los coches oficiales. El último en caer en la moda del ?vehículo dotado de máxima seguridad? ha sido Pedro Castro. Según cuenta el PP, el alcalde de Getafe se ha gastado ciento mil euros en un vehículo alemán igualito al que tiene el presidente del Gobierno; una cantidad que parece sobrehumana pero que al equipo de investigación de ?Madridiario? le han explicado que sólo se trata de lo más básico. Ese coche con todos los extras debe costar lo mismo que el jet del Pocero.

No seré yo quién cuestione la seguridad de los altos cargos electos, democráticos ellos, personas de costumbres decentes y que jamás pondrían el vehículo oficial a disposición de la familia. Pero el episodio del Pedro-Móvil se añade al de Benach y al del alcalde de Leganés, o al de Alcobendas, (usuarios todos ellos de coches caros? ¡pero muy seguros!). Gallardón también, por cierto.
Dejemos a un lado que quienes más alaban al transporte público son quienes más tiran del coche oficial, (somos el tercer país del mundo con más coches oficiales). Pensemos que lo hacen en nuestro beneficio y para dejarnos libre el espacio en el metro, o en el autobús. Imaginemos que es por nuestro bien.

Pero si es la seguridad el argumento que se utiliza para justificar el gasto, entonces podemos poner algunos reparos. Sería oportuno que la administración central, tras llegar a un pacto con la regional y distintos ayuntamientos, comprara unas tanquetas. Y esos blindados hicieran rutas por Madrid con los distintos altos cargos, sin diferencia de partido o nivel. De esa forma se conseguirían convivencias extraordinarias y seguridad máxima. El único extra que habría que comprar son unos tapones para los oídos porque las orugas hacen un ruido espantoso.
Es cierto que las calles iban a quedar algo estropeadas pero para eso están los amigos de los alcaldes que asfaltan una calle en un santiamén y de paso se cementan sus beneficios.
Pena que Madrid no tenga puerto de mar porque con el Acorazado Potemkin nos íbamos a apañar muy bien. Es verdad que no tiene puerto de mar pero también es cierto que los tontos flotan hasta en los charcos; será que la vanidad no es un extra sino que viene de serie.

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