El milagro de sor Isabel Martín

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

El efecto mariposa aplicado a la supervivencia de las personas se demuestra cuando un breve rato de charla es suficiente para salvar la vida de la delegación madrileña en Bombay. Si Esperanza Aguirre no se hubiera detenido con sor Isabel Martín en el camino hacia el hotel, ahora estaríamos contando una realidad bien distinta y enlutada. Aquel rato de conversación con la monja valenciana duró lo necesario para que el ataque no les cogiera ni en el restaurante, ni en las habitaciones. Todo lo demás fue un caos según los relatos que se pueden cruzar de los supervivientes; fue una temeridad manifiesta dejarse llevar por las instalaciones del hotel sin ningún criterio, fue una temeridad dejar a parte de la delegación agachados en la arena de la playa toda la noche, y fue otra locura meter a la presidenta rumbo al aeropuerto cuando nadie podía garantizar la seguridad de la comitiva, (de camino estalló otra bomba en la terminal de vuelos nacionales). Cualquiera de esos factores por separado puede ser letal pero esta vez hubo algo más que suerte. Sor Isabel Martín, toda una vida dedicada al cuidado de los niños desfavorecidos, ya puede presumir de haber hecho un milagro adulto.
Esperanza Aguirre compareció en la Puerta del Sol con la voz calma y el gesto tranquilo, tiene callo en aguantar el tipo en situaciones adversas y domina el gesto torero de verticalidad. Pero a la vez era consciente de que habían vivido algo más que un acto terrorista puntual, tanto por la organización como por la potencia de fuego aquello era lo más parecido a un golpe de Estado integrista, una modalidad de asalto hasta ahora no conocida. Apareció ante la prensa con los calcetines que dan en el avión todavía puestos, y con el ruido de una ?ensalada de tiros? en la cabeza. Su imagen recordaba bastante a la del día del accidente del helicóptero cuando fue a la Asamblea con un tacón roto, (no se iba a detener por una nadería y para no desentonar en la tribuna se puso de puntillas).
Aguirre iba a buscar inversores en la India y terminó con los pies metidos en charcos de sangre en la sórdida cocina de un hotel de cinco diablos, (hablar de estrellas sería una frivolidad). No llegó a explicar quién o quienes le recomendaron ese tour por las tripas del edificio que les llevaba a sitios cada vez peores. Sorprende que la seguridad de la presidenta de Madrid consista en desplazarla por distintas dependencias sin ningún plan de evacuación.
También era consciente de que su retorno no será pleno hasta que vuelva la delegación completa, (sí, esos que se quedaron en la arena de la playa, toda la noche panza al suelo mientras la ciudad estallaba y las balas daban leña muy cerca. Desconcertados y sin batería en el móvil, igual que extras obligados en el ?Desembarco de Normandía?).

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