Objetos personales

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Una vez regresada la expedición madrileña al completo y en perfecto estado; una vez escuchados varios testimonios de los ?supervivientes? al caos de Bombay, es el momento de hacer algunas consideraciones. La primera de ellas es que los españoles respondemos al tópico de arramplar con aquello que tengamos a nuestro alcance. Porque, vamos a ver: ¿qué le dirá la tripulación del avión suizo al pasajero del asiento 2H, (pongamos por caso), cuando no encuentre sus calcetines?, pues le enseñarán la foto de Esperanza Aguirre en la Puerta del Sol. Y otro tanto ocurrirá con los que suban al avión de ?MoratinoŽs Airlines?, ese que se flota para las grandes ocasiones. Cuando los pasajeros vayan a buscar la manta no la encontrarán puesto que los últimos de Bombay, al igual que los últimos de Filipinas, salieron por la escalerilla en formación de uno y con la manta sobre los hombros. De momento no consta que la hayan devuelto.
Se puede entender que tanto la presidenta regional como el resto de la delegación cogiera esos objetos en señal de recuerdo igual que los aliados guardaron arena de las playas de Normandía. A este desagradable incidente se le podía sacar un lado divertido: hacer en la Puerta del Sol una ceremonia de entrega de los objetos cogidos en los momentos de la confusión. Un acto protocolario en toda regla y con presencia de una banda militar que anime la llegada de los protagonistas. Por ejemplo, la directora general de Medios de la CAM, Isabel Gallego, devolvería la manta al ministro Moratinos previo paso por la tintorería, envuelta en una bolsa de plástico para su posterior uso por otro pasajero. Lo mismo tendría que hacer la directora de comunicación de la Cámara de Comercio, Covadonga Fernández, y tras depositarla en manos del Ministro darle un par de besos en señal de gratitud. De esa forma evitaremos, al menos, que se acatarre el pasajero de un avión suizo con destino a Bombay puesto que con los dedos fríos es muy desagradable cruzar un océano.
Se conjurarían miedos y meigas, se daría por zanjado un asunto que podía haber tenido un peor desenlace. Y, de manera oficial concluiría un periplo comercial que comenzó a paso lento y terminó en desordenado repliegue militar. Con esa foto se podría evitar que el director del Hotel Overoi pretenda cobrar la estancia a la comitiva puesto que nunca llegaron a hacer el check-out. Y si nos ponemos pejigueras hasta son capaces de cobrarles el alquiler de las hamacas que nunca tuvieron en la noche que pasaron en la playa a merced de ?la Luna de Bombay?.
O hacen ese acto, o para la siguiente esconderán mantas y calcetines en cuanto escuchen que la presidenta planea nueva visita oficial, (a Bustarviejo pongamos por caso).

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