Los hijos de Anacleto

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Si el problema nunca fue que existieran espías sino saber para quién trabajan, o que se produzca un atasco de espías, o que se espíen entre ellos, o que los espías piensen que son el poder y no se vean sometidos a control alguno.
Algo de eso ha ocurrido en este turbio asunto de espionaje en el Gobierno de la Comunidad de Madrid. Lo que hace falta es saber para quién trabajan esos tipos de las cámaras ocultas y en qué despachos se abren esos informes. Todo huele a cloaca mohosa y turbia. El espionaje es la única sospecha de la que uno es culpable hasta que no se demuestre lo contrario, y en la cadena de responsables parece que hay una trama oculta que amenaza con mover los cimientos de las instituciones. Habrá que estar atentos a los pasos de los jueces y a cuántas personas sean llamadas para declarar.

Los hijos de Anacleto, agente secreto, pueden superar en tasa de natalidad de los Hijos de San Luís que llegaron a ser cien mil, (ni uno más porque en casa ya no cabían).
Lo cierto es que la credibilidad de la política madrileña se ha resentido con este asunto de gran calado y del que urge encontrar el final. No tanto porque sea ?el escándalo más grave? de la democracia, como dijo Tomás Gómez, sino porque si son capaces de espiar en su vida privada al vicepresidente del Gobierno regional, a partir de ahí cualquier otra barbaridad es posible. Es decir: lo que nos queda por ver.

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