Hasta el puro era falso

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La cuerda de delincuentes que montó un entramado empresarial y de latrocinio alrededor del Partido Popular ha tocado fondo con la ficha policial de Francisco Correa después de cantar ante Garzón. Esa foto es el final de un ciclo, si fuera un óleo diríamos que era el último representante de una dinastía. Ahí termina una horterada que tuvo como mayor punto de gloria una tarde en El Escorial en la boda de Ana Aznar, todos juntos y tan felices porque se podían codear con las altas magistraturas del Estado y con modelos de las que siguen la Fórmula 1. La trama de presuntos había caído en todos los pecados de los nuevos ricos: trajes caros, puros con dos vitolas y zapatos a los que sacan brillo dos veces con paños de terciopelo. También les dio por los coches caros porque la diferencia entre un macarra y un “don nadie” es el sonido de la puerta del automóvil cuando la cierra el aparcacoches de un restaurante de postín. De ahí que Correa le regalara un Jaguar a Jesús Sepúlveda cuando era amigo de Aznar y amante esposo de Ana Mato, (ahora destacada como la muda de la ejecutiva del Partido Popular; no se le conoce intervención). Una vez más se desmonta una trama por las ganas de figurar de sus integrantes. Correa y Asociados Ltd, no han podido resistir la tentación por el lujo que padecía el personaje de Javier Bardem en “Huevos de Oro”, cuando sentenciaba: “¡Dos cojones, dos rolex!”, mientras enseñaba las muñecas con dos relojes de oro que al mirarlos hacían daño la vista. Decía Einstein que sólo hay dos cosas que no tienen límite: el Universo y la estupidez humana, y eso que el científico no conoció a estos personajes de la sociedad española. En cuanto pueden se compran un barco y le ponen de nombre “Libertad” como en la canción de Perales. Veremos dónde termina este asunto de trajes, gominas y amiguetes aventajados. Al margen del trabajo de los jueces a éstos debería caerles una condena por horteras de bolera, por señoritos del hambre, por pinchaúvas y revienta carteras. Una condena ejemplar que sirviera para que otros no osaran mancillar el buen nombre de un emperador de España, Felipe II, caminando ufanos con un puro por las galerías de El Escorial. Tenga usted algo más de decoro en sus comportamientos y no irrumpa en la casa de un emperador con modales de cochero, (por eso les pierden los automóviles caros porque en el fondo sienten complejo de botones Sacarino). Terminará demostrándose que hasta el puro era falso, por lo tanto menos humos. Ahora bien, cuando embarguen las propiedades de todos los delincuentes que nos rodean el PIB se irá a pique porque la corrupción es la otra manera de hacer caja en España. El abecedario de la economía sumergida empieza por la letra B.

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