Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Que vienen los del COI se escucha por los pasillos del Ayuntamiento, (fonéticamente suena a que vienen unos primos “de Alcoy” pero no es lo mismo aunque suene igual). Esos señores que aterrizarán en Madrid no tendrán el glamour de Carla Bruni, ni el tirón de Hanna Montana, ni se llevarán las llaves de la ciudad, pero serán lo más parecido a una visita de Estado paralela.
Los del COI, (llamados también los “de Alcoy”), harán la visita de la suegra: se fijarán en todo lo malo y pasarán por alto nuestras bondades. Dará igual que Gallardón los mate a besos, que les invite a huevos rotos en “Lucio”, o que les den las mejores habitaciones del hotel, estos tíos son rancios e insobornables. Los eligen entre personas insensibles a la provocación de una onza de chocolate, gente que no fuma, que no ríe, que no hablan de Elsa Pataki, que ven a José Tomás y no se les saltan las lágrimas, o que escuchan un discurso de Manuel Cháves y lo mismo. Quédense con el retrato robot: tipos con cara de globo que no sonríen, no se quejan y no sienten debilidad.
Se busca la colaboración ciudadana para apoyar la candidatura de los Juegos, se le pide al personal una dosis extra de esfuerzo de bonhomía. Se trata de firmar una “pax romana” entre peatones y conductores, entre vecinos y compañeros de trabajo, entre Gobierno y oposición. A ser posible que no suene una palabra más alta que otra en bares y restaurantes.
Podría el Ayuntamiento tomar nota de la película de José Luís Cuerda, “Amanece que no es poco” y plantar a unos ciudadanos modélicos por las calles de tal forma que tuviéramos más gente amable y menos tulipanes en los parterres. Será una ciudad surrealista pero con la mayor de las puntuaciones posibles. Y todo para desviar la atención de los paros convocados por los trabajadores del Metro que podrían empañar la imagen de la ciudad provocando colas kilométricas en las marquesinas del autobús o mayor caos en las carreteras de acceso.
Lo suyo para esconder la huelga, o la deuda, serían unas alfombras pero no hay en Madrid alfombras suficientes dónde quepan cascotes de Serrano y adoquines levantados por el Plan E. Así que sólo nos queda sonreír y poner cara de niños buenos a estos señores “de Alcoy” que vienen.
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