Nobleza obliga

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La resaca de la “Pijo-Borroka” de Pozuelo nos deja el nombre del nieto de un ilustre aristócrata que al verse detenido se hizo pasar por un tal García. El joven que había pasado “una de sus noches más divertidas”, (tal y como decían los del video), debió pensar que si uno es García se puede librar del talego en función de la “obediencia bebida”, como si en las comisarías tuvieran en cuenta el agravante de noble cuna, como si los García tuvieran licencia para apedrear coches patrulla porque el pueblo llano gusta de costumbres bárbaras: o tiran cabras de un campanario o provocan altercados callejeros embriagados por esa inercia que puede acabar en la guillotina. Prueba de su mala conciencia es que no dio su verdadera identidad sino que dijo ser Mario García Serrano, una combinación de apellidos que le debió parecer corriente. Hubiera sido un homenaje a Rafael García Serrano, (falangista) y uno de los mejores escritores de los años cincuenta, pero no parece que el chico sea tan culto como para tener “La fiel infantería” entre sus lecturas de cabecera.
En su descargo tramó que si la policía le identificaba como nieto del marqués de Feria se hubiera dado cierto cachondeo porque de la feria viene el botellón. Y, aunque es verdad que los botellones suelen acabar con etiquetas de Marqués de Cáceres por los suelos, eso no lleva a abrir una causa general contra la aristocracia española. Buena parte de las resacas de los jóvenes la tiene un tal Simón al que llaman don a pesar de no ser de barrica noble. Para Enrique Múgica la culpa de la “pijo-borroka” es de los padres, pero nada dice de los abuelos que bastante pena redimen con ocuparse de sus nietos, sean éstos nobles o “garcías” del montón. Pero algo se debieron mover los huesos de Francisco Félix de Vega y Cruzat, primer marqués de Feria, en su tumba puesto que nobleza obliga. Decía Boecio que los de noble linaje se deben esforzar “a seguir la virtud de sus antepasados”. Poca virtud hay en la acción de quién se tapa la cara con el apellido de otro para que no le identifiquen.
Esta primera “intifada” de niños de papá no deja de sorprendernos, se empieza acorralando a la policía y se termina perdiéndole el respeto al cocodrilo de “Lacoste”. Ahora que Zapatero busca voluntarios para pagar impuestos se espera que los padres de estos niñatos den un paso adelante y den ejemplo haciéndose cargo de los desperfectos. A ver si con el lío de la reforma fiscal y con la dificultad de encontrar a los culpables, (a pesar de los videos), vamos a pagar “garcías” por pecadores nobles.
Acojámonos a la enmienda Boecio para exigir ejemplaridad.

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