Mi paquete y yo

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Alguien dijo que la igualdad entre hombres y mujeres llegaría cuando los tíos hicieran el mismo ridículo que ellas en los anuncios de colonias. Esto ya ha sucedido en una calle de Madrid. Igual que ellas se han preguntado cursiladas tales como “¿A qué huelen las nubes?”, y han cantado “pim-pum, taca-tá” cuando tenían la regla, ahora sólo faltaba que un subsecretario diera saltos por la acera cuando estuviera contento. O en su defecto un jefe de negociado de los que usan pisacorbatas.
No sabemos si los modelos que se metieron en la urna a lucir paquete pertenecían a algunas de las múltiples administraciones que hay en Madrid. La verdad es que el personal se acercaba a mirar otra cosa, y tampoco parecía que les importara el cargo sino el físico porque cuando hay carne se pierden los protocolos. Y físico había para llenar una urna, bien es verdad que con algo de relleno pero sí no hay ilusión no hay truco, eso lo enseñan en primero de Harry Potter en cualquiera de las academias para magos que hay en la Gran Vía, en esas que también se puede opositar para el Ayuntamiento. Como Aznar acabó con el servicio militar tampoco sirve aquel eslogan de la ilusión que entraba “al cumplir como soldado”, de ahí que la firma comercial optara por mostrar cómo es un hombre cuando se quita los calcetines. Estos chicos han sido abanderados de la moda teniendo a su cuerpo por mástil en el sentido más literal, y también onírico, del término. Es aquello de lucir lo que se va a comer el gusano.
En cuestión de ropa interior los señores hemos llegado mucho más tarde a la revolución industrial, hasta hace muy poco las mercerías tenían a los calzoncillos entre sus prendas más vergonzantes por la ausencia de imaginación y diseño. Ahora es distinto, también porque se lleva la moda del vaquero holgado que deja asomar el calzoncillo resbalón. Y un señor que se precie debe estar bien vestido desde la camisa hasta sus últimas consecuencias puesto que nunca se sabe en qué momento tiene que mostrar su anatomía. Carmen Rigalt cuenta que su madre le recomendaba llevar siempre ropa interior limpia “por si la tenía que ver un médico”; ese consejo se extiende ahora a los ejecutivos que lo deben entregar todo a la causa de la multinacional.

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