Usa tus alas

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Atrapados en Barajas los pasajeros buscan un salvoconducto como en “Casablanca” pero esta vez Rick no podrá hacer milagros, (“tócala otra vez, Sam”, y en la desesperación la idea de “siempre nos quedará Madrid”). Pero es posible que no todos le vean ese lado cinematográfico e intenten alquilar un coche, (no quedan), coger un tren, (abarrotados), o convencer a un taxista de que acepte una carrera de larga distancia, (muy caro).
La consecuencia de un mundo global no es que un ordenador de Helsinki y otro de Madrid compartan un mismo virus si no que por culpa de un volcán en Islandia no despegue un vuelo en Madrid. Hasta que no inventen el teletransportador de partículas no hay otra forma más rápida de cruzar el espacio que sentarse en una butaca con su correspondiente cinturón de seguridad y esperar a que el avión coja carrerilla por la pista de despegue. Un aeropuerto está preparado para muchas cosas menos para tener las pistas vacías y las terminales llenas de gente que se deja caer encima de las maletas como si fueran náufragos agarrados a un madero que flota. Náufragos con tarjeta de embarque sin puerta asignada.
No ha sido por culpa de una amenaza terrorista, ni de un conflicto armado, ni por la crisis que hubiera elevado los precios del combustible de manera atroz; se ha producido por un fenómeno natural, en lenguaje de aseguradora es una “fuerza de causa mayor”. La tierra, que debe estar bastante cansada de nosotros, se ha hartado y escupe hiel incandescente a la que los vulcanólogos llaman lava.
Un nuevo Vesubio les ha sorprendido a estos resignados ciudadanos de Pompeya.

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