Es la guerra

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Cualquier situación desesperada se puede resumir en dos palabras y ésas casi nunca aportan tranquilidad, más bien al contrario. El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, ha dicho que el cuadro económico de Estados Unidos es de “incertidumbre inusual”. La expresión sirve tanto para un país en crisis como para explicarle al capitán del “Titanic” cómo ha quedado el barco después de rozar levemente a un iceberg. Es un simple juego de metonimia para ocultar la gravedad de la crisis.
Poco después Obama afirmaba que América no pagará las facturas de Wall Street, (le faltó añadir: “en adelante, chicos”). Un guiño de cara al electorado que está más que escocido con los volantazos que se han dado en política económica. ¿Enviará Obama al general Petreus a que tome Wall Street y aprese a los golfos que han especulado con el ahorro de los demás?, ¿Tendrá narices el presidente de Estados Unidos de atacar el corazón del capitalismo con tropas formadas en West Point?, ¿Usarán la carcasas de toma-hawks para dar la campana de todas las mañanas?, de ser cierto tendríamos que considera a Obama como “el espadón de Manhattan”. Quizá le ha copiado la idea a José Blanco que quiere que los aviones aterricen a la voz de “¡ar!”, y despeguen con “¡paso ligero, ar!”. Una cosa es que desapareciera la mili y otra que no quede la tendencia a tirar de las tropas cuando las cosas se complican. En ese sentido acabaremos viendo cómo la Unidad Militar de Emergencias tiene que acudir a la Moncloa para rescatar al presidente de alguno de esos charcos por cuyos bordes acostumbra a pasear de manera despreocupada.
Obama tiene la oportunidad de concluir una operación militar en condiciones, en su día las tropas norteamericanas se quedaron al sur de Berlín, (y se arrepintieron de no seguir hasta Moscú), igual que años más tarde se quedarían ante las puertas de Bagdad dándole una segunda oportunidad a Sadam que no supo aprovechar. Muchos ciudadanos que no entienden qué hacen sus tropas en Afganistán iban a comprender qué estarían haciendo en Wall Street.
Y como esto es la guerra, pidamos más madera en homenaje a los Marx. A José Blanco ya le están haciendo el molde para incluirlo en el Museo del Ejército de Toledo junto a la espada del Cid. Se espera que cuando acabe la contienda pueda donar su uniforme de mariscal de torres de control al recién inaugurado museo del Alcázar de Toledo.

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