El rey en huelga

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Igual que a la reina de Inglaterra le llaman “Su Graciosa”, al rey de Marruecos se le podía denominar “El Muy Soso”. Lo que no se podía esperar es que Mohamed VI entrara en huelga de servicios mínimos afectivos en pleno mes de agosto; es verdad que se considera “primo” de nuestro rey, pero cada vez que se enfada es menos primo, más lejano y algo más borde. Este primo que es “nuestro” porque nos ha tocado, envía a otros “primillos” a que colapsen la frontera con Melilla, (por lo que respecta al uso del hospital melillense que es de referencia en la zona de Nador, no; cuando hay que ir por el morro se va de gorra o con turbante). Habría que inventar una escala de medición de los enfados del “primo”, éste ha debido ser de 4.5, menos de la mitad de la tabla. Poca cosa. Las relaciones de vecindad tienen roces antipáticos. Con el rey de Swazilandia nos llevamos perfectamente porque nos cae muy lejos, y él está muy entretenido con las listas de boda debido a su adicción a los matrimonios, aunque últimamente asegura que se está quitando. En cambio, el reino de Marruecos mantiene con España una mala relación estable. Bien es cierto que no hacemos todo lo posible por mejorarlas; el último episodio fue el desembarco militar en un islote de cabras dirigido por Trillo, (El Espadón de Perejil). Las malas relaciones son cuando los gobiernos entran en juego porque marroquíes y españoles tienen un trato excelente, tanto es así que hasta comparten la afición por los mismos equipos de fútbol. Si no fuera porque se ha marchado a Alemania esta crisis la podría cerrar Moratinos nombrando a Raúl cónsul en Fez, (aclaro, el que se ha ido a Alemania no es Moratinos aunque así lo parezca). La raíz del malestar está en que al “primo”, que tiene un punto machista, no le ha gustado que una Policía Nacional cacheara a un sospechoso, (que previamente había escupido a la policía porque además de sospechoso era un chulángano del Rif). Pero en lugar de decirle al “primo” que controle los esputos de sus macarras de frontera lo que hacemos es llamarle para decir que tampoco es para ponerse así. Y el “primo” nos monta una huelga en función de su papel de controlador de pasos fronterizos. Podríamos investigar si le gusta la vela y cursarle invitación para que viaje a Palma y participe en lo que a partir de ahora podemos llamar “La Copa del Primo”. Si con eso se recuperara la calma todo estaría bien empleado. Así los pepinos y las cebollas podrían volver a su camino natural que es atravesar la frontera con ese trote asmático que tienen los camiones de frutas y verduras cuando bajan el Gurugú.

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