El silencio de Hugo

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Nuevas tecnologías, viejos revolucionarios. Cuándo Fidel ofreció al mundo su imagen con el chándal supimos que había cambiado el verde oliva por un terno fresquito y el puro por un yogur de bifidus activo, (la Revolución seguía igual de atascada pero al menos Fidel había mejorado el tránsito intestinal).
En La Habana está, o pudiera no estar Hugo Chávez, aquel que quería ser Fidel a lo bolivariano. Y tan seguidor es de los postulados comunistas que se ha convertido en otro más de la familia Marx, en este caso en Harpo que era el mudo. Los otros dos son Fidel y Raúl que acudieron a fotografiarse a su lado siendo Raúl el último que mantiene el uniforme porque alguien de la familia ha de guardar las formas. Chávez, a pesar de su mutismo mantiene la cuenta abierta de Twiter y desde ella se comunica con el mundo haciendo sonar su bocina. Los hay que piensan que no es él si no un “dedo oficial” que redacta mensajes cortos. No se entiende que el dirigente venezolano pueda soportar un lunes sin acudir a su “exitoso” programa “Aló, presidente” que es la versión caribeña de lo que aquí hacía Jesús Gil cuándo emergía en el jacuzzi rodeado de unas señoritas florero.
Si observamos la foto de los tres marxistas veremos que en la habitación hay una televisión de tubo, nada de plasma porque hasta Cuba no ha llegado la pantalla plana. Y no es difícil imaginarlos a los tres jugando a la “play” mientras en Cuba se suceden no pocas penurias que les son ajenas. Los Castro se dejarían ganar por Chávez porque les conviene tenerlo contento, sus petrodólares son los que mantienen a la isla después de unos años de angustia que transcurrieron desde que se marchó el último soldado soviético. Por lo tanto les conviene tener contento al paciente y que su recuperación sea satisfactoria por complicado que se presente el cuadro médico. Los Castro son de los que piensan que no hay diagnósticos malos si no médicos equivocados, y podrían hacer que circulara todo el escalafón sanitario cubano hasta encontrar al galeno que más le conviene. Otra cosa es que la salud del cuerpo no entiende de apaños ministeriales y cuándo uno cae enfermo no le salva Marx si no la divina providencia. Y cuándo la enfermedad se complica hay que recordar que Jardiel dejó escrito que en ese caso la Medicina es la ciencia que nos acompaña a la muerte con palabras griegas.
Hasta que no sepamos con certeza cuál es el diagnóstico y por qué no se ofrecen imágenes del dictador venezolano podemos tener a los twiter de Chávez por “mensajes del más allá”. Raúl Castro, como el niño de la película, podría afirmar: a veces veo dictadores y hablo con ellos. Es lo que se llama tener un sexto sentido al ser el del “medium” en la foto.

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