El año “impuesto”

(Publicado en “Las Provincias” el 2 de enero de 2012)

Nadie le puede quitar legitimidad al Gobierno por tomar decisiones económicas aunque sean impopulares, otra cosa es que se le pueda preguntar a Rajoy, (en caso de que tenga pensado aparecer ante los periodistas), si no tenía calculado el déficit a través de las cuentas de las comunidades en las que gobierna el PP. Reducir los números es el objetivo prioritario y allá que vamos todos, como ha reconocido Luís de Guindos era una cuestión que nos venía de fuera. Números que el Gobierno saliente, el de Zapatero, había dejado por imposibles porque era incapaz de enfrentarse a la realidad. Lo cierto es que ahora toca mirar a la deuda como el que mantiene viva una cerilla en una corriente de viento: hay que cuidar de que no se apague pero a la vez mantener el pulso para no quemarnos los dedos. Curioso equilibrio contable el nuestro.

Las primeras medidas de recortes ya están aquí y las tenemos aplicadas a las nominas a partir de febrero, y en principio es más justo subir el IRPF que el IVA, (aunque esto último podría ocurrir a partir de marzo porque De Guindos no descarta que una subida del IVA). Lo que no cuela es que vayan a ser medidas temporales y de carácter solidario, mientras no conozcamos la realidad del agujero que tenemos bajo nuestros pies estaremos especulando sobre el flujo de lava que expulsa el volcán submarino de la isla de El Hierro. La solidaridad impuesta a través de decreto no conoce límites, lo que hoy es suficiente pasado mañana puede ser escaso y entonces se aplicaría otro ajuste basado en el mismo recurso impositivo-sentimental. Para hacernos una idea de lo que nos espera hay que seguir el paso a Wolfang Schäuble que es el Ministro de Finanzas de Alemania que augura un 2012 más complicado que el 2011, por lo tanto hagámonos una composición de lugar.
El mensaje del Gobierno es reducir el gasto a toda costa, sobre todo en las comunidades autónomas dónde nos podemos preguntar si sabrán gobernar con vacas flacas. Las autonomías, da igual el signo que tengan, han gastado hasta el infinito y más allá como dice un personaje de “Toy Story”, y no sólo ellas porque el Ayuntamiento de Madrid que deja el actual Ministro de Justicia tiene otro agujero negro de los que apasionan a Stephen Hawking. Reducir el gasto supone cambiar la cultura de la VISA por comer de menú, (y no es una metáfora puesto que alcaldes como el de Alcorcón, en Madrid, ya practican la sana costumbre de no gastar en fastos lo que luego va al capítulo de gastos).
Junto a los impuestos y recortes llega otra manera de entender lo público, y más les vale hacerlo patente porque el ciudadano no está por la labor de ser el pagano de una fiesta pública que hasta el momento ha sido nada ejemplar.

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