Él y “Nóos”

( “Las Provincias“, martes 28 de febrero, 2012).

Confieso que con los tratamientos de coronel para arriba, (lo que se aprendía en la mili), me hago un lío y le puedo llamar Ilustrísima a un marqués y reverendo padre a un conde, dicho sea sin ánimo de faltar. En el fondo nuestra torpeza con el tratamiento hacia las autoridades hay un gen de anarquía que se niega a reconocer a nadie por encima. He visto a tipos bragados que se hacían un lío en las recepciones oficiales y doblaban la rodilla ante el rey con intención de besarle el anillo como si fuera un obispo. Al protocolo hay que dedicarle un poco de atención.
Con el duque de Palma me sucede algo parecido: ¿Hay que llamarle de usted, de Excelentísimo, Señor, o directamente “vos”?, (sin duda que le pega mucho más el tratamiento de “Nóos”, cien veces más original para alguien que partió de un banquillo y tiene altas posibilidades de regresar a otro banquillo pero esta vez sin la camiseta del Barça). Todo lo que rodea a Iñaki Urdangarin es espeso; sorprenden algunos detalles del sumario como cuándo reconoce que invitó a Jaume Matas al Palacio de Marivent sin que lo supiera ni el rey, ni la infanta Cristina. Un tipo que engaña a su mujer con otro, aunque sea pareja de padel me parece siempre sospechoso y poco honesto. Durante este largo fin de semana en el que ha batido el récord de ejercer la palabra que antes tenía Fidel Castro, Urdangarín ha perdido la ocasión de admitir sus errores y dejar a su mujer como una reina aunque de momento sólo sea infanta. En una de las ocasiones el juez Torres le tuvo que advertir que si continuaba por el camino de la amnesia selectiva podía terminar implicando a doña Cristina. “Nóos” podía ser más caballero y admitir su parte de la trama porque no es tanto que se le complique a él sino que perjudica la imagen de la Casa Real. Si hay alguien en España que se ha trabajado la buena imagen es el rey Juan Carlos, la mala suerte es el yerno que “Nóos” ha tocado.
El duque admite que siguió haciendo negocios aún después de advertirle en Zarzuela que no los hiciera, pero él aplicó la doctrina del padel a todas sus actividades; para tratarse de una sociedad sin ánimo de lucro llegaron a los más alejados paraísos fiscales. De momento la culpa se la echa a su antiguo socio, era él quién negociaba con ayuntamientos y autonomías, mientras “Nóos” sólo se preocupaba de anudarse la corbata. Será el juez quién diga cómo ha de seguir el proceso pero no puede tener peor pinta. No es cuestión de hacer juicios paralelos, ni de adelantar sentencias, pero la gallardía se gana con el tiempo y se puede perder en una tarde ante el juez. Eso vale para usted, para mí, y para “Nóos” aunque nos saque varias cabezas de ventaja, ninguna bien amueblada por cierto.

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