Potaje de ladrillos

(“La Gaceta de Salamanca“, 13 de mayo.2012)

Aquí somos muy partidarios de la dieta mediterránea pero el doctor Mercado nos ha hecho una analítica y dice que tenemos exceso de ladrillo en sangre, una barbaridad. Menos presumir y mas poner los pies en el suelo porque tenemos ladrillos para construir varias veces las mismas casas y volver a hipotecarlas, (esto último sería la felicidad de los notarios que ven su negocio pocho). El diagnostico no resulta nuevo porque cualquiera que se fijara en aquellos años de las construcciones locas se habría dado cuenta de que sobraba cemento y faltaban compradores. Se construyó por encima de nuestras posibilidades con la feliz idea de que alguien se haría con el exceso, pero no fue así. No nos ha perdido una torre de Babel si no una pirámide que escondía una gran estafa para ingenuos.
La digestión del potaje de ladrillos es lo que se ha llevado por delante a Rato y está a punto de costarle el puesto al Gobernador del Banco de España cuyo despacho huele a mudanza. Al margen de la responsabilidad que tengan los banqueros con sus accionistas, (que las tienen), resulta curioso como a personajes que se las dan de listos estrategas les ha reventado la burbuja en las manos. Será que Rato no veía los papeles que tenía en la mesa porque se los tapaban los ladrillos. Tampoco se podrán quejar por la ilustre composición de sus consejos de administración en los que partidos y sindicatos mantienen presencia con ánimo de colocar a sus amiguetes.
En Alemania no se fían de nuestras cuentas y por eso han enviado a una comisión a que repase los números. Espero que además de libreta, o Ipad en su defecto, la comisión haya traído unos lexatines porque lo que se van a encontrar ha de ser de mucho miedo. Nuestras cuentas son de coña, hay un pueblo en Guadalajara que tardará siete mil años en pagar su deuda, (lo decía el secretario de Estado, Antonio Beteta). Dentro de siete mil años los comisionados de la señora Merkel estarán criando malvas y vaya usted a saber cómo estará nuestra economía en el caso de que aún siga siendo “nuestra”. Si tienen curiosidad podrán comprobar que hace siete mil años se inventó la rueda, por lo tanto cualquiera se aventura a predecir cómo seremos dentro de igual periodo de tiempo.
Los bancos tienen que responder por los ladrillos que ayudaron a construir, no cabe mayor perversión que poner a la banca a vigilar el desastre que alimentó. Y mientras se soluciona este círculo vicioso entre banca y liquidez, créditos y soponcios, el ciudadano medio lo tiene crudo. En caso de dificultad preferiría que me trataran como a un cajero automático que como a una persona, al menos a los cajeros los rescatan.

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