La letra pequeña

(“Las Provincias“, COLPISA, 17 de julio 2012)

Vistas las consecuencias podríamos decir que “hemos firmado por encima de nuestras posibilidades”, eso se puede aplicar a muchos aspectos de nuestra vida entre ellos a la condición de ser socios europeos o a la desgracia de haber suscrito acciones preferentes que en muchos casos nos atan hasta el final de los calendarios, hasta que vuelvan los hielos al mediterráneo y se instale una nueva glaciación que acabe con la era de Internet.
En aquellos años de la burbuja emocional que superaba con mucho a la del ladrillo no fuimos capaces de fijarnos en las obligaciones que contraíamos con Europa y que nos atan ahora como una mala promesa de amor. Europa era aquello pero es que entonces no quisimos darnos cuenta y no sería porque no hubo voces en contra de Maastrich, otra cosa es que nos viniera de perlas que nos ayudaran a hacer carreteras y líneas de alta velocidad, pero Europa siempre ha tenido un lado perverso y ahora ha venido a cobrar el alma que pusimos en garantía en el contrato. Mefistófeles no enviará a personajes oliendo a azufre le basta con dejarnos a unos hombres de negro que controlarán nuestros movimientos. Hace casi dos siglos vinieron sus abuelos que fueron Los Cien Mil Hijos de San Luis, ahora los que llegan tienen el mismo cometido de imponer el dogma y sancionar a las autonomías que se desvíen del déficit.
No ha hecho falta acudir a Victorio y Lucchino, esta vez la moda la marca la calle y es una tendencia al negro como color reivindicativo del luto del funcionario. Las modas no son tales hasta que no bajan al metro, es una frase que se atribuye a Lennin pero no estoy muy seguro de que Lennin fuera usuario del metro de Moscú porque para eso había ganado una revolución. Pero en el lamento de los funcionarios que cortan las calles vestidos de luto se mimetiza el traje oscuro de los hombres de negro. Si vinieran hechos unos “pocholos”, ataviados con la moda ibicenca del adlib de los trajes blancos se les vería las puntillas de encaje a la legua pero con ese camuflaje va a ser muy difícil distinguirlos.
La letra pequeña nos ata a unas obligaciones contraídas con Europa que a su vez nos hacen la vida imposible de manera exponencial, quizá este riesgo no lo asumió Rajoy cuándo se presentó a las elecciones. No tenía controlado que La Moncloa se le llenara de ocupas de negro que han llegado para instalarse a todo plan: tienen derecho a pensión completa, no les puede contradecir y si te quejas sacan el contrato en el que estampaste tu firma. A esto en Francia le llamaron guillotina y aquí algunos le dicen “mas Europa” que es la manera de contentar a Merkel que es la delegada de curso, la que se chiva de los chicos malos y anota sus nombres en la pizarra.

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