Sánchez Gordillo

Hay que reconocer al alcalde de Marinaleda un dominio de los terrenos mediáticos excelente, allá dónde otros se ahogan Sánchez Gordillo es capaz de mantenerse durante más de una semana en lo alto del ranking de las noticias más vistas, y todo por el precio de un carrito de Mercadona.

Desde los portavoces parlamentarios hasta los cotilleos de chiringuito playero Gordillo ha conseguido ser protagonista del verano. Le han puesto a escurrir y le han llamado de todo pero lo cierto es que el diputado andaluz por IU denuncia una verdad bíblica: hay hambre y mucho me temo que en el horizonte no encontremos grandes esperanzas.

La acción de Gordillo, megáfono en mano, ha sido calificada como populismo barato y como demagogia en camiseta, pero en el fondo lo que denuncia Sánchez Gordillo es verdad y tiene razón, otra cosa son las formas pero gracias a ellas ha conseguido ser noticia.

Si las demandas contra él prosperan tendrá que dar cuenta ante el juez, y si renuncia a su condición de aforado logrará un juicio que aún le dará mayor repercusión mediática. Lo que se llevaron de los dos supermercados podría ser delito no tanto por superar los 400 euros si no porque cuándo el hurto se realiza con coacciones y agresiones entonces pasa a categoría de delito. Y, por supuesto, no cabe la atenuante de hurto famélico porque eso sólo vale para los que roban directamente para comer.

A partir de ahora sería bueno que nos explicaran la crisis en términos de carrito de supermercado, sería muy didáctico. No estaría mal saber cuánto significa en carritos la pésima gestión de Rato o de Moltó al frente de sus respectivas cajas. Cuántos carritos son los ERES de Andalucía, los Malaya, lo de Maria Antonia Munar, Camps, Matas, Dívar y el afamado Urdangarín. Cuántos carritos fueron lo que llenó el exalcalde del Valle de Abdalajís, (Málaga), condenado por doce delitos y absuelto por obra y gracia del consejo de ministros el pasado mes de julio. En las sentencias queda probado que este sujeto cometió doce delitos urbanísticos, nueve de ellos con carácter continuado, (se creía inmune y al final le dieron la razón).

Sería estupendo establecer el carrito de supermercado como unidad de medida de la corrupción en España y a partir de ahí hacer comparaciones de hechos, cohechos, pilles, fines de semana a la brasileña y travesuras a cargo del erario público porque cuándo se grita al abordaje no hay cuerpo que se resista. Además, las penas son de risa y las condenas cuándo llegan hasta pueden dejarse en suspenso como les ocurrió a dos famosos primos con no menos famosos contactos en las altas esferas.

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