Humor Frío

(OTR/ EUROPA PRESS. Martes 19 de diciembre 2012)

Aquí somos tierra de grandes humoristas fundamentalmente porque también es lugar de mala leche. Solo el humor nos salva de caer en melancolía perpetua y desde su mirada inteligente se comprende mejor lo que somos. Quién mejor narraba nuestro carácter era Gila con aquel chiste corto, cruel, amargo pero muy acertado: “me habéis matado al hijo al ponerle el petardo en la oreja pero, ¡ay madre lo que me he reído!”. Ese humor negro que enlaza a Quevedo con Tip y Coll.
Por segundo año la marca “Campofrío” ha hecho un retrato de cómo somos poniéndole una gota de entusiasmo cañí, unos diálogos vivos y la presencia de parte de nuestros cómicos más granados. El video es un chute de optimismo que destaca mucho mas en una época de cenizos que se esconden por la predicción de los mayas. A ratos es divertido, a ratos es emocionante pero en el fondo es triste como la banda que hace sonar el pasodoble, es decir somos nosotros sin duda. Además todos los que aparecen en el vídeo tienen categoría de “buena gente” que pueden lucir en la solapa; otra cosa es que se hubiera intentado rodar con políticos. A efectos de credibilidad del público son más cercanas las hermanas Hurtado que cualquier miembro del Gobierno o de la oposición, nadie transmite tan buen rollo como Santiago Segura y ya quisiera Wert “españolizar” como Fofito sólo con acercarse al armario dónde guarda el traje con el que salía a actuar con Gaby, Fofó y Miliki. Y eso que apenas roza la percha, suficiente para notar el escalofrío.
Este anuncio si que es “marca España” y no ese proyecto de promocionar la tortilla y el jamón, tan absurdo como aquel Plan E. La “marca España” de la clase política no es muy ejemplar pero hubiera sido estupendo verlos en un video rodado por Icíar Bollaín y dando ejemplo de voluntad colectiva para salir de la crisis. Es penoso pero el único lugar dónde pueden coincidir dos formaciones distintas es en el banquillo ante el juez. Y ahí no hay director de cine que pueda mejorar la imagen de nuestras altas instituciones, llenas de caries e invadidas por una aluminosis fatal. El mal uso de lo público durante treinta años consecutivos ha provocado este resultado, que nadie se llame a engaño.
Hay una parte del vídeo de Bollaín que es triste como la vida misma: cuándo la viuda pensionista camina con su nieta a la que mantiene, y cuándo tres jóvenes dicen adiós porque se marchan al extranjero: “pero volveremos”. Eso lo veo más difícil, la sangría económica se lleva por delante a una de las generaciones más preparadas. Lástima que no fueran unos cuántos usuarios del coche oficial los que se piraran para siempre. Eso hubiera sido un final extraordinario.

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