El yo prestado

Vuelvo a insistir en el imprescindible libro de un “amigo”, (al menos le presenté su primer libro en España que iba sobre imbéciles), se llama Pino Aprile y escribió “Elogio del Error”. Su lectura les hará cambiar su forma de pensar.

Dice Pino que somos producto de un error… es verdad, aquel espermatozoide se coló entre el mogollón que nunca llegarían a nada y se coló dentro de un óvulo que trató de defenderse. Y aquí estamos. Estamos también porque las especies siempre evolucionan hacia peor, ¡una leche que el ser humano sea el mejor ser vivo de la naturaleza!, las cucarachas aguantan radiaciones y vienen de la antigÃŒedad jurásica.

Mi reflexión es que somos producto de un error, (eso lo dice Pino), pero añado que cada error nos ha enriquecido de una manera estupenda. Mi yo es un prestado del cariño de mis amigos, de la gente que alguna vez conocí, de otros anónimos que me ayudaron, de alguien que me cedió el paso y de otra persona que me saludó en un ascensor. Mi yo prestado es mucho más que el yo propio que no deja de ser un yo bastante raquítico.

Tengo más que des-tengo. Y digo que “sintigo”, (sin todos esos que me habeis ayudado alguna vez), sería un trozo de carne bautizada, un solomillo más.

La vida no me da para sacar tiempo y agradecerlo todo, pero de un tiempo a esta parte he aprendido que es mejor una sonrisa que un desprecio, que tampoco hay que ir con la cabeza muy alta porque no somos gran cosa, que en el rencor sólo hay frío, que en el hielo no hay vida, que en el beso y en el abrazo hay cien mil años de tratado de medicina. Y que un cariño cura más que cien recetas; mira que lo siento por el doctor Fleming.

Y que hay muchos motivos para estar agradecidos a los demás porque ellos con sus miradas, con sus atenciones, ¡y hasta con sus desprecios!, nos han hecho lo que somos. Es el Yo Prestado que me condiciona como arquitectura emocional, que es mío pero que no me pertenece… por lo tanto no tener es abarcarlo todo.

Si has llegado hasta esta línea, gracias. Tu mirada me ha hecho escritor. Gracias por haberme dado alimento al Yo Prestado, y en justa recompensa te diré que nunca escribo para gente que no se lo merezca. El necio no es una necesidad sino una necedad.

Lo que el Yo Prestado reúne es tanto como lo que soy, y compartirlo me produce una enorme felicidad.

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6 Respuestas en “El yo prestado”

  1. Carlos García dice:

    En el pasado conocí a uno de esos crípticos y pragmáticos paisanos míos, de la Gallaecia rupestre, que muy ufano él me sentenció: “El que es burro es burro pá todo”. Ni siquiera Pero Grullo sería digno de esta afirmación -en alusión, también, a la necedad de la que habla Rafa-, así como Woody Allen nos desternilló en aquel pasaje de su película ‘Todo lo que vd. siempre quiso saber sobre el sexo, pero no se atrevió a preguntar’. ¿Recordais el previo de la pseudo-maratón trans-uterina, con los espermatozoides discutiendo si llegarían a meta o se estrellarían contra una barrera de látex? Genial el cine del clarinetista, antes de descubrir las subvenciones por rodar.
    Ã?l sí que era y es un melancólico, lleno de fobias, taras sexuales, religiosas, filosóficas… Tú, no, Rafa. Tú eres un vitalista irredento, bon-vivant de la pluma, habanero cordobés. Hacedor de melodías de teclado en un piso de Madrid, un ojo mirando a Rute y otro a Málaga.
    El otro es un mál músico ‘prestado’ de un tugurio neoyorkino.

  2. victoria dice:

    Apuesto por esta tercera vía, la del calor humano, la del sentimiento sincero, la del respeto mútuo. Es la única salida que siempre ha existido, pero que, quizá, durante alguna época de nuestra vida no nos hayamos atrevido a colocar en un primer plano de nuestra existencia porque desconocíamos la tremenda verdad que escondía. Qué pena que la reflexión llegue después del dolor, desde la experiencia negativa que algún día sufrimos pero que no por negativa nos condena, al contrario, nos redime y libera.
    Reconozco y puedo sentir el dolor de tus bonitas palabras, pero me identifico contigo y…después de una lágrima…..vuelve a aparecer la sonrisa….
    Un abrazo muy fuerte.
    Victoria.

  3. laavutarda dice:

    Carlos: ¡la cantidad de gente que pasa por la vida sin sentir piedad, o perdón!, y todos esos que viven una vida ajena, y los que esperan que algún día la suerte les libere de su condena… miserias humanas.

    Victoria: no hay dolor en mis líneas, sino agradecimiento. Nada me duele porque el Yo Prestado es la suma de buenas acciones que he recibido. Pero me quedo con tu abrazo y sigo.

  4. arturo dice:

    Avutarda, creo que tu pluma (literaria) se crece enormemente cuando escribes de sentimientos que cuando lo haces de politica. Me adhiero al club de los que sonrien en el ascensor y se enriquecen con los errores.
    Enhorabuena

  5. Bárbara dice:

    El alimento es mutuo. Mi yo también lo siento prestado, prestadísimo, empezando porque el primer préstamo me lo hicieron los anticonceptivos, mejor dicho, un ligero olvido de esos anticonceptivos.
    Espero que nuestros yoes prestados se sigan echando de comer.
    El otro día hablaba con una amiga y le decía que las relaciones en la red son perfectas, amables y profundas al tiempo, que la vida real debería imitarlas, que yo gustosa me relacionaría sólo mediante la palabra escrita … Aquí ya, me miró preocupada.
    vale, sé que no las sustituyen, pero ¿a qué es maravilloso construirse escribiéndose?

  6. laavutarda dice:

    Arturo: hacía tiempo que no pasabas por aquí. Gracias por regresar, acepto el piropo pero escribir de actualidad me “echa de comer”, y me gusta también. Pero dónde esté la literatura… ¿qué otra cosa hay?

    Bárbara: enlazo con Arturo y te digo que El Quijote vivió en un mundo perfecto e imaginario. Y, lo que es mejor, murió convencido de haber sido quién fue. La realidad es más sórdida, siempre está la palabra pero eso ya lo dijo Juan Ramón, y también lo dijeron Salinas y San Juan de la Cruz. Pero necesitamos relacionarnos fuera de la palabra porque no somos seres puros, angelicales. Somos estrellas en tránsito que se tropiezan, y en absoluto perfectas. De esos errores uno de alimenta, y de los amigos, y de sus propios errores.
    Ahora bien: a veces los amigos te pueden fallar, pero nunca me ha fallado ver El Jardín de las Delicias cuando estaba triste. El Bosco me dejó un rincón estupendo para alimentarme, y jamás nos cruzamos palabra.
    Eso son las relaciones virtuales, ideas que cruzan sin acuse de recibo.

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