El honor

(“La Gaceta de Salamanca“, domingo 23 de diciembre 2012)

Lo malo que tiene esta crisis con respecto a otras por las que hemos pasado es la falta de honor. Hasta la llegada de la wi-fi y el 3G las personas podían pasar por grandes dificultades pero nunca perdía valor la palabra dada; hoy en cambio se venden juramentos de lealtad en cualquier mercadillo, los niños los compran en paquetes y se hacen collares para ir a la piscina cuándo llega el verano.
Pero una vez hubo un honor compromiso que nada tiene que ver con el honor de la bragueta; si alguien daba su palabra de que se hacía cargo de algo aquello tenía altura de contrato mercantil firmado. Y no está tan lejos esa fecha, cuándo la palabra “fiar” era también moneda de curso corriente y había quién dejaba la deuda en el mercado porque el tendero sabía que la cobraría antes de final de mes. Esa otra manera de manejar la economía en tiempo oscuros funcionó bien y nos ayudó a salir del mal trago a principios de los setenta cuándo pasamos por la primera crisis del petróleo y éramos un país débil fuera de Europa, recién salidos de alguno de aquellos planes de desarrollo que se hicieron para tirar de la economía.
El ejemplo contrario a la palabra dada lo tenemos en la comparecencia de Rato en la Audiencia Nacional, mas que dar la talla de banquero lo que hizo fue dar una espantada a lo Curro con salida por la gatera dentro de un coche en el que pensaba que no le iba a ver nadie. Ni siquiera se atrevió a dar la cara por si le pitaban como a Mourinho en el Bernabéu, no tuvo la entereza de escuchar a quienes protestaban por haber sido engañados con las preferentes. Para el ex presidente de Bankia la culpa de sus males la tuvieron Zapatero, Rajoy, el Banco de España, o quizá es que le encargó la contabilidad a unos mayas y de esa gente no te puedes fiar porque son unos chapuzas que no aciertan una. Todo el mundo tenía responsabilidad en el balance menos él que pasaba por allí; le dieron un puesto, un sueldo, un coche y una caja para presumir pero nadie le habló de cómo gobernar la nave en caso de mal tiempo. Si la burbuja hubiera aguantado hasta tendríamos a Rato haciéndole la cama a Rajoy y presumiendo de ser el autor del milagro económico español.
El honor es lo único que no se maquilla, lo demás sí porque siempre hay algún medio dispuesto a lavar la imagen de un corrupto. Hasta que el motor ruja con fuerza y vuelva a las revoluciones que tuvo antes de caer en los cinco millones de parados es mejor echarse en manos de un empresario de honor que andar entre zascandiles y desahogados. Quizá los mayas acertaron al pronosticar un nuevo ciclo, el final de aquellos que han mentido sin complejos.

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