La momia

(“La Gaceta de Salamanca“, domingo 10 de marzo 2013)

Años después de haber enterrado a Simón Bolivar en Venezuela perdura la idea de la “devotio ibérica” que los españoles trasladamos al nuevo mundo. Permanece el juramento de lealtad al caudillo por encima de todas las cosas y también la idea de que se ha de entregar la vida para que el Caudillo continúe su labor de manera inmortal. Llevados por ese ímpetu ibérico que ha cruzado siglos y mares en Caracas se disponen a embalsamar el cadáver de Hugo Chávez para convertirlo en momia de Lennin II, y quién sabe si Nicolás Maduro no lo usará para futuras consultas como si fuera la momia articulada del pulpo Paul. Esa ceremonia de necromancia sería líder de audiencia en las televisiones de Venezuela, Bolivia, Argentina, Cuba, Ecuador…¡e Irán!
Es muy triste llegar a líder carismático para acabar convertido en maniquí de escaparate, o en figura de cera de si mismo que será fotografiada por entusiastas que guardan cola y comen helados igual que harían en Disneylandia. Lo extraño es que alguien tan calculador de sus movimientos como fue Hugo Chávez no dejara nada escrito al respecto de su enterramiento, algo distinto a un Chávez céreo con la actitud de un Papa antiguo con la cabeza recostada sobre un almohadón. No cabe mayor esperpento o quizá sí: sacar en procesión a la momia del comandante como seña de identidad turística de Caracas, vender reproducciones a escala para colocarlas en la mesita de noche de tal manera que al despertar el muñeco nos vigile.
Chávez no podía haber tenido un peor final que acabar en manos de los chavistas que le quieren insepulto oliendo a naftalina, esa gente partidaria de limpiar la historia con un trapito y pasar un ambientador cada dos horas. La verdad es que es una muerte un tanto “friki” que desmerece a quienes quieren aprovecharse del cadáver, a los que siguen practicando la “devotio ibérica” siglos después y sin haber estudiado en qué consistía ese juramento a la diosa Tanit que tanto pasmó a los romanos que llegaron a la Península. El caudillismo es una forma de gobierno que tiene unos modelos repetidos de comportamiento que se cumplen igual en todas partes. Naciones Unidas debería hacer un manifiesto en contra de la momificación del líder; en Rusia no saben qué hacer con la momia de Lennin que tienen en algún sótano y exige mantenimiento de peluquería y maquillaje cada cierto tiempo.
El siguiente paso será encontrar a un grupo de notables que se quieran inmolar junto al líder como modernos guerreros de Xián dispuestos en innumerables filas que den el aspecto de un cortejo fúnebre en condiciones.

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