La sombra de España

Cada vez que el Ministro Margallo hace un esfuerzo por potenciar la llamada “Marca España” aparece alguien que le recuerda la sombra de la “marca” que es la corrupción. La saturación de personajes ladronzuelos, tóxicos en estado puro, perjudican cualquier idea de renovar nuestro aspecto para presentarnos en Europa como gente de bien que confía en la calidad de su trabajo. Los tejemanejes que nos avergüenzan se asoman a las cunetas como el mítico toro de Osborne pero sin el arte que se le reconoce a ese símbolo de las carreteras españolas. Como era de esperar se nota mas la presencia de pecadores que de justos, por eso la “Marca España” golpea una y otra vez contra las rocas hasta dañar su frágil casco de madera. Podrá decir el Ministro lo que Felipe II: “no mandé a mis naves a luchar contra los elementos”.
Ejemplos perversos tenemos en casi todas las fuerzas políticas y eso lleva a sus correspondientes palmeros a no admitir la viga en el ojo propio porque basados en el “¡y tú mas!” parece tolerable algo de pestilencia en el propio jardín mientras que se exige pulcritud versallesca para los demás. Hay ciertos chorizos que en sus respectivos partidos han pasado por personas afables con las que se podía contar hasta para una boda. Es verdad que ninguno somos responsables de las tropelías que hagan nuestros amigos pero algo de culpa tendremos si en la foto de los invitados hay mas presuntos que en una galería de reconocimiento.
Rubalcaba se autofelicita por el acuerdo alcanzado con el PP para llevar una postura única a Europa ante la señora Merkel. Nos podemos preguntar qué hubiera pasado si esa unidad de criterio se hubiera logrado también para excluir los casos de corrupción tanto en el PSOE como en el PP. Ya que ambos dirigentes han sentido el subyugante sonido de los violines del pacto, ¿por qué haberse quedado en poco cuando lo que se podía haber hecho es mucho? Una pizca de atrevimiento hubiera solucionado muchos problemas que tenemos enquistados y que damos por parte del paisaje corrupto. Bárcenas, Blanco, los ERES andaluces, el Palau de Barcelona, son figuras gigantes que vemos en las cunetas dónde hubo un toro de Osborne. Sería muy normal que hubieran sido colocados como nuevos caballos de Troya para introducir todo tipo de males cuando nadie les prestara atención.
Margallo lucha por colocar la “Marca España” pero antes habría que darle un manguerazo al patio hasta dejarlo en condiciones porque lo que vemos no puede ser mas desolador. La acumulación de basura en forma de malas noticias atasca cualquier síntoma de recuperación que podamos vislumbrar en el futuro. Así no hay forma de construir nada serio en condiciones porque estamos sometidos al dictado de unos canallas que usan nuestro dinero, y nuestro nombre, para hacer negocios en beneficio propio. Hasta que no desparezcan serán vampiros de las buenas ideas, y del trabajo, de los demás.

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