Tragedia en Santiago

(“EL BOLETIN“, jueves 25 de julio 2013)

Tocaba día festivo en Galicia y no doy de contar muertos y heridos en la vía del tren. El accidente del Alvia es una de las mayores tragedias ferroviarias ocurridas en España que, además, ocurre en una zona olvidada por el AVE y a la que se le habían prometido grandes infraestructuras que nunca terminan de llegar. El juez dirá las causas pero de momento parece que el maquinista admite haber doblado la velocidad adecuada. Esa curva endemoniada es la que se ha comido la vida de unas personas que iban a pasar la fiesta del Apóstol y cuya identidad iremos conociendo a lo largo del día de hoy.
Es tiempo de solidaridad, de donar sangre, de atender a las víctimas pero también de no dejar de preguntar por lo que ha pasado. Anoche la información corría a mares en twitter y en las emisoras de radio, no tanto en las televisiones que se cubrieron de “gloria” al reaccionar tarde y mal. Lo de TVE no tuvo nombre, cuando al final lograron una pésima conexión telefónica no hacían mas que emitir unas “colas” que hacían zoom sobre unos cadáveres tirados en la vía tapados por una manta. Horrible y de escasa sensibilidad, no todo vale a la hora de informar y es fácil ponerse en la piel de los familiares que aguardaban noticias y esperaban cualquier indicio para confirmar que todo estaba bien. No se entiende por qué la presentadora preguntó varias veces si se iban a suspender las fiestas en Galicia, era una cuestión bastante menor viendo el desastre de los vagones calcinados fuera de la vía.
Lo de RENFE tiene un capítulo aparte, hasta casi la media noche no reaccionó y tardó horas en poner un teléfono a disposición de todos aquellos que querían conocer cómo estaban los viajeros y no tenían otra forma que acercarse al terraplén dónde los policías les desalojaban porque era la zona de atención de heridos. En estos casos la respuesta temprana es la que salva angustias puesto que ya nada se puede hacer por los fallecidos.
El accidente cuestiona también nuestras líneas de alta velocidad que son uno de los argumentos de los que podemos presumir desde que en 1992 se inauguró el primer AVE Madrid-Sevilla. Por lo que parece los trenes que circulan por alta velocidad tienen menos controles técnicos que los AVE, de hecho hay que pensar en la famosa curva de Puerto Llano por la que el tren pasa a 80km/h. Parece que la velocidad de un AVE se puede seguir desde un puesto de control externo al tren pero en cambio los Alvia circulan sin ese dispositivo que al final salva vidas.
Y, lamentable, mucho la nota de Moncloa que emitió ayer con las condolencias de Rajoy. El becario se dejó al final un párrafo en el que se refería a una tragedia ocurrida ¡en China!, en el terremoto de Gansu. Eso sí que es para echar al becario antes de que caiga el Sol.
Lo mejor, la solidaridad, las colas de personas donando sangre en los hospitales de Santiago de Compostela. Esa sangre se puede donar en cualquier hospital de España porque salva vidas y porque de otros hospitales, caso de Madrid, han salido unidades de sangre camino de Galicia.
Es una noticia bien triste, la peor manera de empezar unas vacaciones. Ahora quedan las respuestas que estamos desando escuchar por el bien y la seguridad de todos.

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