Un mantón de Manila

(“ABC“/Madrid, viernes 16 de agosto 2013)

Madrid ciudad de gatos y palomas tiene en el ecuador de agosto uno de sus razones mas festivas que entronca con un pasado de chulapas y manolos que dejó de existir salvo en las películas de “Cine de Barrio”. Sabido es que las ciudades no guardan memoria y de la verbena que se instalaba frente a San Francisco El Grande solo queda una referencia lejana que podemos aportar algunos que ya tenemos cierta edad pero tampoco tanta como para haber conocido a Casta y Susana. Madrid se mete en fiestas y actualiza rápidamente los datos para situarlos en el contexto presente, cámbiese el barquillo por unas almendritas y el agua ardiente por cubata en terraza de Las Vistillas. Y no es necesario hablar como si se fuera, (o fuese), un personaje de Arniches. Es más, si sueltas un “naturaca” igual hasta te aplauden los vecinos de mesa.
Una fiesta es tiempo presente y aunque se mantiene la procesión del cuadro de La Virgen de la Paloma lo demás son ganas de pasarlo bien en el siglo XXI, (igual que ocurría a finales del XIX cuando se estrenó la mítica zarzuela por la que Madrid es mundialmente conocida). Es curioso porque entonces, igual que ahora, España pasaba por una crisis económica, de valores, de regeneración política, (1894), pero la zarzuela intentó darle un punto cómico a las costumbres locales. Como casi todo lo que permanece esta ciudad fue producto de la última hora porque al maestro Bretón le cayó encima un libreto que había rechazado poner música Ruperto Chapí y tuvo que trabajarlo en veinte días. Tomás Bretón, por aquello de demostrar que los castizos nacen dónde les da la gana, era de Salamanca pero ya nadie le discute la “madrileñidad” de su obra. Los compases de la seguidilla que dice “un mantón de la China-ná-ná-ná, China-ná-ná-ná” son patrimonio emocional de la humanidad castiza.
Cualquier excusa es buena para disfrutar Madrid porque ya decía don Hilarión que a él le gustaban las hijas de Eva, y en las fiestas patronales no faltarán motivos con los que alegrar el ojo y luego ya veremos si se baila.

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