Tarifa Botella

(“ABC“/MADRID, lunes 15 de octubre 2013)

El gen liberal del que presumía la alcaldesa de Madrid ha debido sufrir alguna mutación de origen desconocido, y si hace unos días era prioritario el carnet de músico callejero mas tarde vino la normativa contra las “macetas suicidas” en los balcones, los que hacen malabarismos en los semáforos, los que piden por vicio y los que limpian cristales, (“contra los que los ensucian no dice nada”, añadía burlón Ángel Pérez, de IU, en el último pleno).
Ahora toca regular el precio del taxi hasta el aeropuerto que se sitúa en 30 euros y se menosprecia la capacidad del taxista por hacer una carrera mas larga o la habilidad del pasajero para lograr un pacto de mejor precio. Considere tanto conductor como usuario que en el asiento del copiloto se sienta un enviado de la alcaldesa que vigila la correcta aplicación de la normativa. ¿Treinta euros revisables o para toda la vida?, en ese caso dentro de unos años podría ser mas barato el taxi a Barajas que el metro. Imaginemos que el acuerdo se hubiera cerrado en la época en la que se pagaba en reales.
Pero no nos quedemos ahí: ¿por qué no una tarifa cerrada a los que van a los museos?, ¿y una tarifa por pasar delante del Ayuntamiento cuando está iluminado? Si nos ponemos a cerrar precios también uno cuando uno sale del Calderón y ha ganado el Atleti, y otro cuando ha perdido. Porque no es lo mismo subirse en un taxi cuando se han cortado dos orejas en Las Ventas que cuando ha sido una tarde “inmejorable”, (de las que no se pueden mejorar).
Habrá que esperar el informe de los expertos sobre los que se ha basado la señora Botella para llegar a la tarifa definitiva, “al tarifón” que se nos viene encima, ¿eso da derecho a elegir entre tertulia o música? No son pocas las dudas que levanta la Tarifa Botella.

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