González y Durán

(“EL BOLETIN“, miércoles 16 de octubre 2013)

Ignacio González está satisfecho porque Rajoy se ha comprometido a revisar el modelo de financiación pero el presidente del gobierno madrileño “no se resigna” como decía su antecesora en el cargo y vigila de cerca la balanza fiscal a la que pide mas trasparencia y “menos cocina”. Montoro, creo que eso va por usted.
González ha activado un intenso plan mediático que le lleva por televisiones y desayunos informativos, de una manera nada inocente se ha convertido en la voz de los que no se piensan callar cuando se trata de abordar el reparto de dinero entre las comunidades autónomas. Ese debate le separa de Eurovegas y le da paso a primera línea de la política nacional porque se convierte en el cabecilla de una rebelión que ha prendido también en Extremadura, Castilla y León, y Galicia. La consigna pudiera ser: solidaridad sí pero privilegios no, y eso parece chocar con los cromos que trajo Alicia Sánchez Camacho y que ofreció a Rajoy como intercambio para poder “negociar” en Cataluña.
Madrid se convierte en el contrapeso de una fuerza que Rajoy tiene algo despendolada por esa costumbre de dejar que los problemas maceren a fuego lento. Hasta alguien tan moderado, (casi siempre), como Durán le ha espetado esta mañana que se puede encontrar con una declaración de independencia unilateral votada por el Parlamento catalán. Al escucharlo Rajoy ha dado un respingo en el escaño y se ha colocado la chaqueta en señal de que no le llegaba el agua al cuello.
En este momento hay dos velocidades: la que Mas le imprime a la propuesta soberanista y la que Rajoy cree que se debe dar. En medio existe un vacío legal y fiscal que es vigilado de cerca por Madrid que se ha cansado de ser la Cenicienta perpetua de todos los repartos. Pedirle agilidad a Rajoy es un atrevimiento, en todo caso habría que saber en manos de quién ha delegado la solución de este problema. No sé cómo va la agenda del presidente pero en su caso estaría haciendo hueco para comer hoy con Durán i Lleida porque lo que le ha soltado en el Congreso ha sido una carga de profundidad.
Y Montoro ya sabe: sus pasos son vigilados desde la Puerta del Sol con especial atención, no tanto por copiar su elegante manera de pisar la moqueta si no porque en Sol y calles adyacentes tienen un master en trileros y timadores con estampitas.

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