La gran carrera

(“La Gaceta de Salamanca“, domingo 3 de noviembre 2013)

Correr, corrían. Incluso un observador no avezado podría decir que huían, un francés añadiría que iban como “poulet san tête”, (pollo sin cabeza). El final de la larga sesión en el Congreso del jueves, previa a un gran puente, uno de esos que el Gobierno se comprometió a eliminar, terminaba como sanfermines sin toro. ¡Carrera de San Jerónimo!, ¡qué nombre tan bien puesto! Nadie dude de que Madrid se ha podido quedar sin Juegos tres veces pero no por eso ha perdido el sentido olímpico.
Cuando Jesús Posada dijo: “se levanta la sesión” algunos diputados iban ya por Atocha con la maleta. Lógico, los hay muy rápidos. La estampida fue objeto de comentario en tertulias y redes sociales, la imagen que daban sus señorías no podía ser más penosa. No trascendió que era la última de las votaciones de un día muy largo, lo que quedaba eran las fotos de diputados ganando a codazos la calle de manera poco ejemplar.
Alguna broma que otra circulaba en las redes sociales cuando recibí este mensaje: “contribuís a la desafección de la política”. ¡Cáspita!, me dije, enseguida te convierten en desafecto por hacer una broma de unas secuencias que habían provocado los diputados. Nadie les puso un cohete en el trasero, nadie les tocó la trompeta, nadie les dijo que había sonado el último aviso de su tren. En cambio si se te ocurría contar lo que veías te convertían en un desafecto.
La política son gestos y también imágenes. En tiempos de crisis los políticos deben cuidar mucho lo que dicen y cómo lo dicen. Hubo quién declaró que se marchaba a su casa como le daba la gana. Si le añadimos que era para disfrutar del puente en un país en el que falta el trabajo podemos decir, (sin caer en la desafección), que el gesto fue mejorable. Sólo se salvarán si les vemos volver, ¡el martes!, con igual prisa. Me consta que los jefes de filas han llamado a capítulo a los acelerados parlamentarios que protagonizaron la escapada del pelotón. Los vídeos han dado la vuelta al mundo como cuando en un parlamento oriental se tiran del moño.
En España es que somos todos unos desafectos, más bien curados de espanto diría yo, pero en el extranjero ya no lo pueden ni imaginar: todo es desafección pura, no son nada comprensivos con las prisas de los diputados españoles, no entienden que salgan del escaño con la maleta entre las piernas, tampoco entienden de puentes, menos de empujones a la salida del cole. Aquí tenemos que ser más comprensivos por narices. Vale, pero por lo menos que digan quién ganó el primer premio para ponerle una medalla y que descorche una botellita de champán que le dará Jesús Posada junto a la corona de laurel de los campeones.

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