Nubes negras

(“La Gaceta de Salamanca“, domingo 17 de noviembre 2013)

En el patio del colegio se aprendía una gran verdad: el día en el que los cabronazos vuelen se nublará el sol. Cada vez que veo salir a un beneficiado por la doctrina Parot se me nubla el día además de verme con un nudo en el estómago; me ocurre cada vez que el cielo se transforma en un baile de murciélagos sucios. Etarras, violadores, asesinos en serie y demás morralla humana festeja con impudicia su puesta de largo ante la sociedad civil, nos dicen en la cara que han vuelto por aquí y que no están dispuestos a pedir perdón por sus tropelías. Todavía los hay con cuajo suficiente como para reclamar una indemnización por el tiempo pasado en la cárcel.
Lo que no termino de entender es por qué las prisas de los jueces, a cuento de qué cada salida se convierte en una fiesta y tampoco comprendo la prudencia exquisita de los familiares de las víctimas. Puede darse por satisfecho al cabronazo de “Kubati” si solo tocaron levemente la chapa de su coche en una demostración de ira bastante comedida, a otros les han rajado las ruedas por mucho menos y les han colocado carteles en los cristales para que sepan quienes se crucen con ellos de qué tipo de gente se trata. Muchas de esas víctimas, pienso también en los violadores que han excarcelado, convivirán a partir de ahora con los monstruos que les destrozaron la vida. Se los van a encontrar en la panadería, en la acera, en la parada del autobús, tendrán que soportar su mirada desafiante y hasta tragarse el humo de sus cigarros. Como vecinos de estos detritus me gustaría ver a uno de los jueces de Estrasburgo sacando pecho por la sentencia.
Nubes negras cierran el paso al sol cada día en el que estas alimañas salen de las prisiones sin mostrar una gota de arrepentimiento por sus fechorías. Se tapan la cara con gorros y pañuelos para que no les veamos la sonrisa de satisfacción que se les desprende porque se descojonan de nosotros. Pisan la calle como si fueran cantantes de rock, encantados por su éxito; solo les falta firmar autógrafos.
El Gobierno no podía hacer mas, pero tampoco menos, y como si no les afectara el estupor ciudadano pasa página, mira a otro lado, se escuda en el cumplimiento de la sentencia pero son incapaces de ponerse de parte de las víctimas. De momento lo que toca es la economía, lo demás puede esperar. Mientras tanto el cielo se cubre con el vuelo de los indeseables que todo lo ocupan como si fuera suyo. El hedor que desprenden nos lo tenemos que tragar por cuotas de manera solidaria, de este asco no nos rescatan como hicieron con los bancos.

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