El cuerpo de guardia de Obama

(“EL BOLETIN“, miércoles 26 de marzo 2014)

Tres de los miembros de seguridad del equipo del presidente de Estados Unidos, esos pretorianos que tienen como misión poner su cuerpo por delante si alguien disparase al presidente, han sido devueltos a Estados Unidos después de una noche loca en Amsterdam. Hay uno de ellos que estaba tan borracho que ya se lo contarán cuando llegue al Pentágono donde supongo le cantarán las cuarenta por bobo.
Trabajar para la CIA, o para cualquier otro servicio secreto, está muy devaluado, no hay mas que ver el papel de tonto-plasta que hace el protagonista de la serie “El Duque”. Antes los pretorianos eran tipos duros pero ahora salvo los que custodian a Putin, que no temen al vodka, son unos torpes de manual. En el caso de Obama llueve sobre mojado porque en la cumbre de Cartagena de Indias se fueron por la noche de picos pardos olvidando que al día siguiente tenían que escoltar al “nomber one”. Quizá por eso se ponen las gafas oscuras, para que no les veamos los ojitos de parranda que han conocido las noches locas. Según las crónicas no dejaron lupanar por descubrir ni ron en sus despensas; si hay que salir es para darlo todo.
Es posible que estos tres agentes fueran los que consintieron que aquel traductor del funeral de Mandela vacilara al mundo con unos movimientos de manos que no habrían servido ni para conducir en tierra un avión en el aeropuerto de Castellón. Si fuera el caso lo mejor que podría hacer Obama es mandarlos a dirigir el tráfico de osos en cualquiera de los parques nacionales que tienen en su país. Para agentes secretos no sirven, de escoltas mucho menos y para nada como compañeros de juerga porque enseguida les sienta mal el vino.
Estos tipos cobran como si fueran Kevin Costner y rinden como “El Dioni”, son un mal negocio.

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