El bacalo insaciable

Ya lo decía Jorge Manrique que nuestras vidas son ríos que van a dar a la mar, lo que no se imaginaba es que en la era del plástico también el látex iría al mismo sitio. Que se lo digan a un pescador del mar del norte que encontró un consolador dentro de la tripa de un bacalao, menuda sorpresa. A Jonás se lo tragó una ballena y al sex-shop un bacalao inocente que sin saber lo que engullía acabó siendo noticia. ¿Cómo aparece un artilugio así en las aguas?, pues sin duda que su desconsolado usuario lo lanzó como mensaje dentro de una botella porque el bacalao tiene cortada, no come cualquier cosa.
Otra posibilidad es que el cuento de Nemo haya cambiado mucho, pero no me creo esta versión para adultos. Sencillamente lanzamos a las aguas de todo y ese concepto engloba las bajas pasiones. Supongo que el dueño, o dueña, del aparato no dirá nada pero con el ADN todo se sabe e igual aparece en su casa una pareja de beneméritos noruegos para hacerle entrega de su juguete extraviado.
Sepa Dios en qué lugares habrá estado hasta terminar en las tripas del bacalao que debió verlo como suculento manjar que le ha costado un disgusto en su familia porque esas cosas no se han visto entre bacalaos de buena educación. La autoridad marítima deberá vigilar si ha sido accidente o se trata de una tendencia que puede acabar con la buena fama de un pez barato que se puede preparar de cien formas. También como un pez erótico de despedida de solteros, también. Si algún amigo anuncia que prepara fiesta pre nupcial en Noruega se le puede decir: ¡ay viciosillo, lo que te gusta un bacalao!
Los biólogos marinos, ex alumnos todos del capitán Cousteau, andan horrorizados por si algún rico compra el consolador y lo exhibe en un acuario-museo. Las respuestas tan rocambolescas que les tendrían que dar a los niños que van de visita. Además, un consolador no hace montaña pero da idea del nivel de contaminación de las aguas allá dónde se mida. Personalmente me preocupa que nadar en mar abierto, esa última tierra de libertad, se transforme en un peligro que te pueda acosar en cualquier momento, mucho más que un tiburón con sarro. Esa idea no me la quito de la cabeza desde que conocí la noticia del bacalao tragón.
Pero no pienso renunciar a una dieta rica en pescado que equilibra y da tono, no renuncio a conocer Noruega algún día y tampoco a bañarme en una de sus piscinas climatizadas porque los mares del norte hay que meterse en ellos con traje de buzo y mucho valor. Sigo creyendo en Jorge Manrique, en la poesía, en los relatos descabellados y en los peces.

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Una Respuesta en “El bacalo insaciable”

  1. puerto dice:

    Desde luego hijo, qué valor tienes!!!, querer conocer Noruega !!!, allí tiene que hacer un frío de cojjjj…, Pero irás, seguro. Cuando bajes al sur , a cualquier sitio, me apunto.
    Cuando leí por primera vez la noticia de “este bacalao guarrillo” no me hizo ni fú ni fá, y por supuesto no pensé todas esas cosas que has pensado tu y que nos has trasmitido. Te leo, una vez más con sumo gusto, y pienso en ese inmenso y relajado y limpio mar abierto, nuestro mar Mediterráneo, nuestro apacible horizonte azul, que aunque estemos en la orilla, nos llama a sentirnos uno con él, y, aunque nos tragásemos una cosa de esas, seria una feliz anécdota y un maravilloso motivo para volver a reunirnos y hablar de ella. Maestro Rafael, siempre tuya.

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