Los inmaduros

El famoso pulpo Paul murió supongo que harto de que le hicieran trabajar en un circo subacuático haciendo predicciones absurdas; Paul se fue pero nos dejó su espíritu y a Felipe González le ha caído “la del pulpo” por decir lo que piensa, ¡qué osadía! Felipe ha tenido que reconocer que la sociedad no está madura para una gran coalición, las críticas le han venido por parte del PSOE porque a Rubalcaba no le ha hecho gracia, (normal porque en esa gran operación el que sobra es él).
Somos inmaduros para unas cosas pero para otras tenemos una capacidad de decisión que ya le hubiera gustado a Murat, jefe de la Caballería de Napoleón. Para mi asombro leo que las viviendas en la costa que más se venden son las que cuestan dos millones de euros, como se dice en lenguaje de mercadillo: “¡que me las quitan de las manos!” Entre los compradores mucho español además de rusos multi-ricos o archi-forrados. Y el español la usa de segunda vivienda. Si eso es demostrar madurez que Felipe esté tranquilo porque estamos locos como chotas. Montoro ya puede tomar partido entre la nueva casta de los dos millones de euros y resto de ciudadanía, le sale una lista de nuevos ricos para clavar impuestos. Se trata de viviendas de varios pisos en las que se ve el mar mejor que en un crucero, con un pinar cerca para respirar como niños de excursión.
En plena crisis de la construcción que se reactive el cemento es una alegría importante porque significa trabajo en distintos niveles. Casas como las que ofertan en los catálogos no aflojan en caprichos; mejor para quienes las levantan y las decoran. Incluidos los que ponen jardines japoneses que tan ideales quedan.
Dicen que el lujo desenfrenado es síntoma de una sociedad en decadencia, quizá lo digan los inmaduros. Personas más sensatas como Helmut Schimidt, amigo de Felipe González, alertan del peligro de una Tercera Guerra Mundial, (habrá quien piense que mejor le coja mirando al mar). Los que somos de gustos más normales nos conformamos con que nos sorprenda charlando con unos amigos en un aperitivo en una terraza; si puede ser con unos berberechos con limón y unas aceitunas aliñadas. Rápidamente alguien dirá que somos unos inmaduros porque a nuestra escala gastamos como unos manirrotos, no tenemos arreglo, unos casa frente al mar y otros aperitivo con amigos. Y va a tener razón porque se nos va la mano en lo que podemos. Gastamos por encima de nuestras posibilidades, ¡si al menos nos quitáramos de las aceitunas! Viciosos somos.

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