La Chicleladora

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimado alcalde de Pozuelo: si Gallardón ha traído la tuneladora más grande del mundo-mundial, usted va a importar la mayor máquina inventada por el hombre para acabar con los chicles, la chicleladora-cósmica. Dicen que es tan potente que hasta es capaz de sacarlos de la tráquea del masticante y aspirar la sustancia elástica que luego deposita en el fondo de un bidón. Sepa señor alcalde que en la lucha contra el chicle no está solo, cualquiera que haya tenido la fortuna de sentarse encima de uno abandonado entenderá la ira de los pringosos. Feo está masticar chicle con la boca abierta, pero más terrible es soltarlo por ahí como el que deposita una mina en el mar. Tengo para mí que quien lo pega bajo el asiento del autobús lo hace con visión de futuro, como el que deja las maletas en consigna, pero luego olvida regresar a por él.
El frotar se va a acabar; se terminaron esos engorrosos episodios de tirar de espátula y agua caliente para luego dejar un cerco imborrable en las paredes. Si las huellas de los romanos quedan patentes en las calzadas, la única forma de reconocer a nuestra civilización serán los circulillos descoloridos que dejan las gomas de mascar. Prueba de nuestra inferioridad cultural es que hemos adoptado costumbres de vaquero sureño sin conseguir que ellos se acostumbren a tapear jamón serrano. Los días del garapito plastificado han llegado a su fin; la súpermáquina se lo traga todo, es como un votante cautivo que repite en las urnas las veces que hagan falta. Cuando acaben en Pozuelo que se den una vuelta por Madrid capital, aunque a lo mejor les falta depósito para esconder el producto de tan animada cacería.

Singapur terminó por prohibir masticar chicle, no creo que lleguemos tan lejos. Parece que allí el singapurense encontraba un placer mórbido en mascar a todas horas y luego lanzar el objeto a larga distancia; el primer ministro no ganaba para tapas de sus zapatos, las chicas se hacían tirabuzones, ellos pulseras de pasta reciclada (un asco). Además, no hay mayor promoción de un vicio que prohibir su consumo. La chicleladora se une a la motocaca, la escoba ambulante, el chorro de agua y otras medidas de higiene municipal. El señor alcalde se gasta una hijuela en adquirir la máquina, ahora lo importante es que los vecinos estén a la altura de las circunstancias.Pozuelo es un lugar que merece estar en boca de todos por sí mismo, no por un paquete de chicles sin azúcar.

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