César Palacios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Madrid se puede explicar desde distintos puntos de vista y me refiero a los puramente sensoriales. Ahora que viene el buen tiempo hay una ciudad de los olores, la que huele a tierra mojada cuando pasan los barrenderos; también está el Madrid de los perfumes en el autobús de primera hora cuando las guapas desprenden aroma de gel de baño y gloria bendita.

En esa ciudad de los placeres se sitúa el dibujante César Palacios, que se hizo arenero de Las Ventas para estar más cerca de su materia de trabajo: el toro. Cuarenta años ha pasado en el callejón de la Plaza de Toros de Las Ventas sacando apuntes al natural de la tauromaquia. Y lo ha hecho en trazos sencillos y magistrales, en el más expresivo blanco y negro que también utilizó Picasso para pintar toros.

César Palacios ha compilado sus mejores dibujos en una obra titulada ‘Temporada 2004′, en la que se recoge el alma de un año de toros.

Hay en él trazo firme y acertado, casticismo y tradición, elegancia de verónica y todo hecho a mano que es como se pintan los buenos sueños.

Palacios, con sus dos patillas de bandolero bueno, ve el mundo a través de sus gafas, ventana privilegiada del toro y su entorno.

¡Ole por los maestros buenos!

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