La Brigada de Madrid

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimados héroes… de la marea negra: vecinos de Madrid dispuestos a pasar el puente recogiendo los destrozos del Prestige, en lugar de darse a la caza del rebeco o a la contemplación de un parque natural. Vuestro comportamiento es digno de medalla civil pero creo que eso es lo que menos os importa porque os mueve la solidaridad bien entendida. Y no os conformáis con montar una merienda caritativa para recaudar fondos, con presencia de un grupo de marquesas ociosas, que son llevadas por su mecánico en coche de cristales oscuros. En clave épica podríamos decir que el pueblo de Madrid, desde que le perdió el respeto a los mamelucos de Napoleón Bonaparte, no se corta ante nada y es capaz de salir al paso de las desgracias más aparatosas.
Vigilantes de la marea que desdeñan el peligro y la contaminación para poner sus pulmones al servicio de una vida mejor a toda costa, tomando el litoral gallego como una parte fundamental de nuestras vidas, que no dudan en enfangarse por una mejor causa y por devolver el concepto azul que tiene todo mar hasta que alguien viene y lo revienta. Expertos en medio ambiente o simples ciudadanos que se ponen de parte de las gaviotas enlutadas y de los peces oscuros, de la gente de mar y de las personas de bien, de los que lloran y de los que se mojan con la lluvia ácida.Gente que entiende que en un centro de recuperación de aves comienza la regeneración de las personas.

Global e izados de verdad. Así se escribe la historia, aunque vuestro trabajo podía haber comenzado antes si no llega a ser porque nos tuvieron varios días entre la esperanza falsa y el consuelo a medias. Decían que no iba a pasar nada. Incluso salieron expertos en televisión que dominaban el lenguaje submarino como si fueran Julio Verne. Ninguno de ellos era el capitán Cousteau, lo supimos al contemplar el brillo de su gomina. Quisieron detener el viento como otros el sol en la batalla, pero al final la mancha de la vergüenza tocó playa.

Pasáis de coordinación oficial para ayudar cada uno como buenamente sepáis. Mientras, la Comunidad de Madrid atesora voluntarios a la espera de que la Xunta de Galicia les diga para qué los quiere. Decía Ortega que todo movimiento inútil conduce a la melancolía. A vuelta de puente sabremos cuántos fuisteis: las huellas negras solidarias mancharán las calles de Madrid, como marcas anónimas en el bulevar de la fama.

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