El señor de los humillos

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimado pirómano: si damos por sentado que hay más clases de tontos que de quesos, tú eres uno de ellos, un queso ahumado o un tonto con mecha (a elegir). De las múltiples formas que hay de pasar a la posteridad has elegido la peor para el medio ambiente; a ti la capa de ozono, la desertización y el ecosistema, te importan dos colillas mal apagadas. La policía te acusa de provocar 30 incendios en la Sierra de Madrid y no han sido más porque te han echado el guante encima. A ti, pequeño Nerón de las narices, ni te ha importado la sequía comparable con la del año 47, ni has tenido en cuenta la cantidad de agua y medios que se han utilizado para apagar tus fechorías. Se supone que algo hay en el interior de los pirómanos que os pone como una moto cuando el bosque echa humo, y más aún cuando veis vuestras hazañas en fotos; por lo tanto no seré yo quién alimente tu currículo con cuatro adjetivos imborrables. Si fueran ciertos los cargos que te imputan te convertirás en el enemigo público número uno, incluso más que los locos del volante a los que la DGT compara con Lee Harvey Oswald.
Una vez más se comprueba que el presunto chorizo no andaba lejos, incluso que trabajaba en los retenes forestales, ¿qué mayor morbo que contemplar la obra que ha construido uno? Con dos narices te apuntabas a la causa de todos contra el fuego después de haber sido el causante del incendio, incluso hasta es posible que insultaras al hijo de Satán que había provocado aquello. No te importaba ver la angustia de tus compañeros de retén, ni escuchar las voces de desamparo de los vecinos: cuánto más ruido hicieran las copas de los árboles y más bajo fuera el vuelo de los aviones, mejor.En la orgía un tanto apocalíptica del fuego encontrabas un placer sin límite, un orgasmo en llamas. En cierta medida es sadismo medioambiental: con la ceniza caliente se te ponía dura la manguera.

Ignoro cuál es la condena para un pirómano, supongo que alejarlo de las cajas de cerillas y retirarle el pasaporte para las Fallas de Valencia, pero por si el juez fuera persona creativa propongo que el castigo consista en disfrazarlo de Robin Hood y llevarlo por los colegios dando charlas acerca de las ventajas de los prados, los encantos de los gnomos, hadas y otros seres del bosque.Por supuesto que allá donde había un árbol pongas otro, así hasta conseguir que la clorofilia venza al morbo. Aunque no estaría mal plantarte en una maceta, dejarte en un prado y ver cómo te las apañas en un verano tan seco.

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