El tamaño no importa

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Señora Aguirre… Su decisión de repartir más el pastel de las obras de Madrid entre las pequeñas y medianas empresas constructoras es un loable gesto de Robin Hood de quitar a los grandes para repartirlo entre los demás. Así que intuyo cierta alegría en el sector del hormigón porque vienen buenos tiempos, se acaba la discriminación en razón del tamaño. La verdad es que trabajo hay para construir varias pirámides con momia incluida, así que todos tienen derecho a sacar tajada. No sólo los habituales.
Cuando hablamos de construcción a gran escala todo el mundo piensa en Florentino Pérez, un tipo con tal visión de futuro que el día en el que no le sirva Ronaldo lo vaciará para convertirlo en una casa de pisos de lujo (y hará un excelente negocio). Así que eso de dejar fuera a las empresas poderosas, Florentino mediante, lo lleva claro señora presidenta. Don Floren Pé puede dividirse en tantas pequeñas empresas como sean necesarias para alcanzar los contratos que salgan a concurso. Y luego reconstruirse a partir de diminutas gotas de plomo como hacía el malo de Terminator.Yo que usted no le retaría, ese partido no lo va a ganar, capaz es de apostarse la Copa de Europa (y si la pierde, pone a la plantilla del Madrid a cavar en plan campo de trabajo hasta que escarmienten). Los de la otra Liga, los que no son florentinos, dicen que ya era hora de abrir la mano. A fin de cuentas, la obra para el que se la trabaja, que es un concepto social de la construcción.

Y ya que vamos a convertir Madrid en un parque temático del movimiento de tierras y el cemento, en un paraíso de la taladradoras y hormigoneras de gran tamaño… Que todos tengan las mismas oportunidades de entrar en el juego. Si por falta de ayuda no va a ser, aquí se va a mover más tierra que cuando se separaron las placas tectónicas de Africa y América. ¡Ale! A darle patadas al suelo hasta que brote petróleo o aparezca un chino con una bandera blanca diciendo que no puede más y que se rinde.

Generosa determinación por su parte pero -usted lo habrá considerado-, le chafa la guitarra a su antecesor en el cargo: si lo suyo era repartir el pastel, por qué no se hizo antes y hemos perdido ocho años de pases mágicos tipo Juan Tamariz, con menos explicaciones que un mueble de Ikea. Si con el gesto quiere dar a entender que usted no es más amiga de unos que de otros, queda comprendido a la primera. Ahora bien, a partir de esta mañana yo iría con casco por la acera de la calle de Génova, los meteoritos no los controla nadie y dicen que caen del cielo.

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