La sanidad está mala

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimado Manuel Lamela, consejero de Sanidad: cada uno afronta la cuesta de enero como puede pero la suya está más empinada que las de los demás, le va a hacer falta su paciencia de pianista para llegar a todas las notas que desafinan en el pentagrama de la sanidad pública. Madrid es la comunidad que más quejas registra de pacientes descontentos, estamos a la cabeza de la media nacional según la memoria de la Asociación de Defensa del Paciente que las tiene todas catalogadas. En el ranking del descontento popular destaca el Gregorio Marañón, que acumula todo tipo de quejas. Las listas de espera no están a la cabeza pero ahí es donde usted se la juega y también la presidenta Aguirre, que comprometió su continuidad a que el tiempo de ‘la desesperación’ fuera de un mes en el plazo de dos años, palabras que le van a recordar así caigan granitos en el reloj de arena de las promesas electorales. Excuso decirle que si ella arriesga en el envite, de ahí para abajo todos en igual medida a poner el hombro.
Este informe, por lo aparatoso y grave, parece un incendio múltiple en el patio de un cuartel de bomberos; son tantos los focos de calor que resulta complicado por dónde empezar. Lo que se dice en él es que la Sanidad está enferma, tocada por daños colaterales; la cuestión es saber qué partes tienen arreglo y cuáles hay que extirpar para que el enfermo recupere el color. Si lo urgente son las urgencias, algo que es redundante pero cierto, o la ginecología, o las quejas de traumatología. Parece que recomponer la relación médico/paciente es objetivo número uno, para que los enfermos confíen en quienes les atienden, y a su vez el personal sanitario no tenga la sensación de que trabaja sitiado en Fort Apache, como ocurre en algunos centros de salud en los que la ausencia de conflicto es la noticia.

El único que no tiene derecho a enfermar por el informe es el consejero; así que dígale a los virus del invierno que vayan a otra Consejería a incordiar porque a usted no le dejan. Nada de dolores de cabeza ni de torceduras de tobillo en el baño; prohibido un mal día y las tentaciones de hacer puente, diga adiós a las rebajas, a llevar a los sobrinos al circo y a la molicie del domingo. Algunos monjes de clausura van a tener más libertad que usted. Toda la experiencia que tiene acumulada, como el asunto de las vacas locas cuando estaba en Agricultura (y desde Sanidad Celia Villalobos animaba a hacernos calditos con los huesos), ha sido un mero entrenamiento de boy scouts.

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